Poco me sorprendieron las declaraciones hechas por el gobernador del estado, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, respecto al esfuerzo hecho por capturar a delincuentes relacionados con el robo de combustible y el número de sentencias de aquellos que lograron terminar un proceso judicial.
Más de mil puestas a disposición el año pasado al Ministerio Público Federal por robo de hidrocarburo, de esos solo 3 fueron sentenciados, y digo que no me sorprende, lo que no quiere decir que no me preocupe, pues es el común denominador en México, de nada sirve la persecución de delitos en el país si al final siguen enquistados los mismo vicios de antaño a la hora de investigarlos.
Digamos que estamos en un plano en el que prevalecen las viejas prácticas de armar expedientes al vapor o abusar en algunos casos de los métodos alternos de solución de conflictos, que al final terminan por dejar libres a delincuentes que deberían de estar en prisión.
Y no se trata de meter a todo mundo a la cárcel, pero hoy hay delitos que son el origen de la violencia exacerbada que vivimos y son los que mayor impunidad gozan. Imagínese que en México solo 3 de cada 10 homicidios, sí, leyó bien: homicidios, son castigados en México.
Si eso sucede con el homicidio, imagínese con otro tipo de delitos, para el caso de homicidio es un delito grave que se persigue de oficio, delitos como el robo de hidrocarburo o portación ilegal de armas, incluso ahora corrupción y delitos electorales no eran graves y mucho menos se perseguían de oficio, hoy lo son pero con las graves carencias del sistema de procuración de justicia y el sistema judicial en sí, los reclamos como el expresado por el Gobernador el día de ayer no serán raros en los próximos años.
No se trata solo de ajustar la ley, se trata de cambiar paradigmas enquistados en nuestro sistema, mientras mantengamos prácticas del siglo pasado pocas cosas van a mejorar y lo único que va a incrementar es la sed de justicia de los mexicanos. Así las cosas.
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