Hoy la política no requiere de un cambio de políticos, ni de partidos, ni mucho menos de personajes en el poder, todo mundo habla del hartazgo hacia los partidos políticos y hacia quienes hacen la política pero ¡le tengo una noticia! La política la hacemos todos los mexicanos.
Quiere saber cuál va a ser el destino de nuestro país tras las elecciones de este 2018, déjeme le cuento que basta mirarnos al espejo para saber lo que nos espera. Los políticos encumbrados solo se diferencian del resto de los mexicanos por los puestos alcanzados al dedicarse a esta actividad, no hay más.
Así que podemos irnos despidiendo de esas vanas ilusiones de que México, mágicamente va a cambiar con la esperada llegada del mesías cada seis años, pues cada elección repetimos la misma historia de acudir a las urnas esperando que con un cambio de partido en el poder las cosas en el país vayan a mejorar, la economía a crecer, se acabe con la corrupción, se termine con la impunidad y se resuelva el problema de la inseguridad.
Pero estoy seguro que algo tenemos que cambiar, más que las siglas del partido en el poder, México requiere un cambio en la cultura de todos los mexicanos, no podemos seguir estáticos esperando que quienes logran encumbrarse en el poder mediante los institutos políticos y las estructuras electorales sean quienes decidan sobre el futuro de todos los mexicanos.
Tenemos que construir una sociedad más participativa, pero a la vez más crítica, pues si algo nos ha llevado a tener los problemas que hoy tenemos es quedarnos en la conformidad y no buscar un cambio de fondo en la forma que hacemos las cosas.
Los políticos que tenemos son el resultado y reflejo de lo que somos como mexicanos, que no nos sorprenda los altos niveles de corrupción, que no nos sorprenda la falta de compromiso de muchos de ellos y que no nos sorprenda la avaricia con la que llegan al poder.
Si queremos que en México la política cambie, tenemos que trabajar en una nueva generación de políticos con altos niveles de educación y ética basados principalmente en los valores que desde la familia se aprenden , mientras no cambiemos desde la raíz, mientras sigamos con los mismos patrones de siempre, tendremos los resultados de siempre.
¡Pero le tengo una buena noticia! Sí es posible una política honesta, lejos de la ambición y de buscar el poder por el poder, sí existe una política en la que no existe la soberbia y se busca servir y consolidar el bien común, sí existen los políticos honrados que no buscan enriquecerse ni abusar del dinero público y están dentro de nosotros y es nuestra responsabilidad educar a las futuras generaciones en la forma correcta de hacer la política.
Solo que tenemos que empezar a trabajar hoy en ello, lejos del mesianismo que nos ha caracterizado. El futuro de nuestro país está en nuestras manos, no en las de los grupos en el poder.
miguel.puertolas@milenio.com