No tengo la menor duda que se puede mejorar al INE y que nuestro sistema democrático es perfectible, también estoy de acuerdo en que es demasiado el dinero que se destina a los partidos políticos para su operación, y por otro lado también estoy de acuerdo en que hay una sobrerrepresentación en el Poder Legislativo, donde el número de plurinominales está de sobra sí.
Lo que realmente me preocupa de la tan llevada y traída reforma electoral en primer lugar es que no viene desde los ciudadanos ni desde la oposición, viene de un gobierno que ha demostrado que no ha podido dejar de lado prácticas reprobables como el uso de dinero público en el fortalecimiento de la imagen del partido en el poder mediante programas sociales, lo que en definitiva le sigue dando ventaja frente a la oposición.
Aplaudo que se quiera recortar el recurso a los partidos políticos pero que a la par se fortalezcan los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas así como de combate a la corrupción para impedir que el financiamiento para la promoción de la imagen de tal o cual gobierno salga del erario. De acuerdo totalmente que nuestro instituto encargado de organizar las elecciones se mejore, de acuerdo con que el gasto público en él sea menor, siempre y cuando se garantice la transparencia, la equidad y que éste no termine siendo de nuevo un apéndice del Ejecutivo a quien sus consejeros le deban el haber llegado al puesto mediante la farsa de la elección popular. Sin embargo la desconfianza está ahí presente y es imposible de ocultar, cuando desde el gobierno en turno pretenden meterle mano a los procesos electorales y a los organismos encargados de organizarlos desde ese momento la cosa ya no pinta bien y cualquier reforma tendrá un tufo a imposición y necedad para mantenerse en el poder.
Miguel Ángel Puértolas
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