Pese a lo que hoy se diga, a nivel nacional el combate a la corrupción ha dejado mucho qué desear, y prueba de ello es que hay delitos federales que poco han caído como el tráfico de armas hacia nuestro país, en donde si bien es cierto existe una enorme responsabilidad de parte de los vendedores de éstas, también la hay entre las autoridades aduaneras que se hacen de la vista gorda, lo que permite que el armamento, de alta tecnología muchas veces, caiga en manos de los grupos delincuenciales, lo que se traduce en la gran cantidad de crímenes violentos que ocurren en México.
Es un claro ejemplo de los efectos de la corrupción mismos que tienen un alcance insospechado pues además de amenazar la seguridad de la sociedad en su conjunto también termina por socavar la estabilidad política, social y económica de un país, y es lamentable pero seguimos viendo una incidencia elevadísima en cuanto a homicidios cometidos con armas de fuego lo que habla que un tema tan delicado no se ha atendido como se debe.
De este modo vemos que la corrupción abre el camino a que la delincuencia tenga un terreno fértil para llevar a cabo sus actividades delincuenciales pues no se entiende el crecimiento exponencial que ha tenido en los últimos años sin la complicidad de autoridades. Así la globalización ha permitido que los alcances de la corrupción traspasen las fronteras haciendo que crezca como la espuma la delincuencia organizada transnacional.
La corrupción causa pobreza, obstaculiza el desarrollo y hace huir a la inversión, pero además termina por debilitar los sistemas judiciales y políticos, pues se suponen que éstos deben de estar al servicio de los ciudadanos y terminan gracias a sobornos o presiones al servicio de los delincuentes, menoscabando la confianza no solo en los servidores públicos sino en las instituciones. De este modo el gobierno que debiera estar al servicio de los mexicanos, termina por estar al servicio de sus propios intereses que terminan con el enriquecimiento ilícito que por actos de corrupción terminan por no ser sancionados.
Mientras se dejen pasar los más mínimos actos de corrupción no esperemos que las cosas cambien en el país.
miguel.puertolas@milenio.com
