Política

Porfirio: hasta siempre…

En 1973, en Texcoco hubo una huelga que paralizó a la que era la principal empresa (Tapetes Luxor), más de 2 mil 500 trabajadores llevaban varios meses esperando que se resolviera. Como Presidente Municipal consideré indispensable intervenir en favor de mis paisanos. Con el diálogo fecundo, logramos poner de acuerdo a líderes sindicales, trabajadores y patrones. Acudí a darle la buena noticia al entonces Secretario del Trabajo y Previsión Social: Porfirio Muñoz Ledo. Me atendió de inmediato y cuando iniciábamos la conversación, recibió una llamada que lo puso muy alterado y se desquitó conmigo. Fue directo al expresarme que los presidentes municipales no teníamos facultades para intervenir en asuntos laborales, como de hecho es, que saliera y dejara en manos de las autoridades de la Secretaría el asunto, ni siquiera me dio tiempo de explicarle que había logrado la conciliación. Así lo conocí.

Poco después, como Presidente del PRI en 1976, acudí a hablar con él de mi aspiración para ser diputado federal por Texcoco. Al parecer no recordó el incidente anterior, pero me dijo que podría ser suplente de Armando Labra (en paz descanse). Desde luego lo rechacé y se molestó mucho, porque me había enviado José López Portillo, candidato presidencial. Nada pasó entonces. Fue un segundo desafortunado encuentro. Así es la Política.

En 1991 nos volvimos a encontrar como compañeros en el Senado de la República. El era uno de los dos plurinominales del PRD, el otro era Roberto Robles Garnica. Tuvimos algunas discusiones, lo que finalmente nos hizo amigos. Nunca antes lo había comentado, ahora lo hago, porque hubiera sido una indiscreción. En 1993, Porfirio quería que fuera el candidato de todos los partidos opositores para el Estado de México. Con agradecimiento lo rechacé y se molestó. Me dijo “es la única posibilidad que tienes de gobernar a tu tierra”. Tuvo razón.

Cuando salí a la Embajada de Dinamarca me ofreció algunas valiosas sugerencias. Años después, en 1999, fue a mi casa para convocarme, a su estilo convincente, para participar en la creación de un nuevo partido, su sueño: Nueva República. Se transformaría el entonces PARM, dijo que había compromiso y sería su candidato presidencial. Le argumenté que nos traicionarían. Y lamentablemente así fue.

Conservo mi reconocimiento por su capacidad intelectual, su carácter indomable para la lucha política, sus ideas para la democratización del país, su estupenda oratoria, su gran sentido de la oportunidad política, su desinterés por el dinero, que solo utilizaba para mantener su actividad. Me enseñó lo que es la agenda de un político, llena de reuniones con políticos de todos los partidos y edades, así como de muchas naciones, y periodistas. La última vez que lo encontré en un restaurante me preguntó si conocía a la Maestra Delfina, “va a ser tu Gobernadora”. Y ahora ya tiene su constancia de mayoría. Será una gran Gobernadora. La nación va perdiendo políticos de gran valía, como Porfirio, talentoso, culto, vigoroso; se va una época de luchas y conquistas democráticas. Descanse en paz.


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Mauricio Valdés
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