Política

Washington no es Ítaca

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Nos hemos convencido de que lo más importante es el desenlace, cuando en los conflictos, el proceso de solución tiende a ser mucho más interesante y esclarecedor que el final. Es de suponer que, tras una semana de chantaje arancelario, algo entre dos países ha sido ociosamente dañado. El tiempo dirá la amplitud y mostrará de qué somos capaces, ambos, para salvar nuestros intereses. Eventualmente mejorarán los términos de la relación con Estados Unidos, pero seguiremos siendo el país que cuando la demencia pidió comportarse como ella, enviamos miles de efectivos de la Guardia Nacional para contener migrantes.

Espero no haya faltado sabiduría ni experiencia en Washington para entender qué significaba llegar a Ítaca.

Ojalá no hayamos escogido el camino que nos pondrá en el registro de aquellas naciones que prefirieron mentirse a sí mismas. Si eso sucede, no faltará quien argumente que era necesario un despliegue de fuerza con la magnitud que hemos acordado. La protección fronteriza ha sido la madre de cualquier criminalización al derecho humano del refugio. Por lo pronto, en lo que viene, nos convendría incorporar a la decencia como elemento de juicio antes de tomar o aceptar ciertas decisiones. La mirada en lo urgente —por complicadas que puedan ser sus consecuencias— nunca deberá ignorar la revisión a la que todo gobierno y sociedad terminarán por enfrentarse.

En el tiempo, la decencia entra en una escala de valores con la que se identifican las épocas y ante la migración centroamericana tenemos una tradición que ronda lo deleznable.

En más de una ocasión le hemos llamado dignidad al orgullo para no tener que hablar de la decencia, pero el orgullo se encuentra en un lugar tres peldaños abajo de la dignidad. Ojalá, también, dejemos de aceptar los eufemismos de lo digno con tal de evitar la profundidad. Lo delgado de algunas líneas nos podría llenar de vergüenza.

A la decencia nos cuesta sumarla a las frases, pese a ser una condición sobre la que deberíamos tener el mayor respeto. Su presencia en una oración amenaza con derrumbar lo que consideramos adecuado en un país, donde lo aceptable no es necesariamente lo decente.

En las próximas semanas se insistirá en que México actúa con responsabilidad a una emergencia humanitaria, pero Washington ya tuvo oídos para lo que considera una emergencia de seguridad. La migración no es amenaza a ella. Si al interior de nuestro país no logramos detener esa perspectiva, nos habremos internado a la isla de la indecencia que por tantos años señalamos.

En un gobierno propenso al enunciado de elementos morales es de notar que por días se le prestó poca atención a resaltar la decencia: esa virtud que hace consciencia de la dignidad. Dignidad sin decencia, es una palabra que apenas sirve para agitar humores. Con ellos, un país y un presidente deben mostrar sus principios más allá del discurso.

Ya vendrán los días en los que veremos si esta administración apresuró el viaje y se ha impactado con la posibilidad de ser recordada como la Border Patrol del sur.

El mundo aprendió de la política mexicana que, para cambiar la memoria, la mejor estrategia siempre será engañar el presente. Recordémoslo, el camino a Ítaca es largo.

@_Maruan

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Maruan Soto Antaki
  • Maruan Soto Antaki
  • Escritor mexicano. Autor de novelas y ensayos. Ha vivido en Nicaragua, España, Libia, Siria y México. Colabora con distintos medios mexicanos e internacionales donde trata temas relacionados con Medio Oriente, cultura, política, filosofía y religión.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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