Qué extraña condición es la de un país que se dejó imponer la misma generalización para cada uno de sus asuntos específicos. Sea la administración o la viabilidad democrática, la seguridad, la educación o la responsabilidad hacia el cambio climático. Le hemos hecho un tótem al reduccionismo con el sufijo transformador y su evocación de un sistema que quiere inmovilizar la realidad.
Bajo el convencimiento de la permanencia, el gobierno mexicano recalca sus nociones autoungidas de infalibilidad. Frente a la mayor emergencia planetaria por el aumento de temperaturas, nuestras deforestaciones son defensa patria. Aquí no hay romanticismo revolucionario, como una feroz tendencia a la irresponsabilidad. Toda raíz autoritaria se nutre de certezas sobre el paso del tiempo y un rechazo a sus códigos y efectos.
Con esa lógica, el encargado de la política interna quiere ser presidente. En el camino amenaza la desaparición del órgano electoral. Este país olvidó que los sentimientos antidemocráticos pueden ser ampliamente populares.
Ya no es sólo la verdad. El gobierno mexicano actúa también como dueño del tiempo, pero muchas veces la única forma de engañarlo es falsificar todo a su alrededor. Lo lograron con Bartlett; pocos como él entre los símbolos de la podredumbre nacional y le prolongaron la vida pública. Falsifiquemos el aire, ahí están sus refinerías. Palacio le quitó a la preservación de los ecosistemas la relación con el calentamiento global.
Los intereses comunes ya no son los objetos del Estado, sino su aproximación identitaria con el poder. No es siquiera ideología; varias preocupaciones que en algún momento absorbió la izquierda quedaron relegadas en el desprecio a la pluralidad.
La única función de cada acto es exhibir quién tiene el control del aparato.
Seguridad nacional a siniestra, ni transparencia ni ley. En cualquier lugar se institucionaliza la democracia y la República, o se institucionaliza la permanencia de la excepción hasta convertirla en hábito. Cuando es tan sencillo reservar o declarar seguridades, atestiguamos la entrada de un estado de excepción discreta, que sólo evita su declaratoria para aparentar la estabilidad de los talantes poco democráticos.
Maruan Soto Antaki
@_Maruan