Cultura

Un cuento de poetas

  • Taller Sie7e
  • Un cuento de poetas
  • Martha Izaguirre

El amigo del poeta no encontraba la forma de decirle a los poemas que su autor había fallecido. Los poemas de alegría llorarían lágrimas de alegría, los poemas de dolor llorarían lágrimas de dolor, los de amor llorarían lágrimas de amor, porque nadie llora lo que no se es.

No imaginaba otra cosa más triste que el llanto de un poema nostalgiando al humano gambusino que lo rescató del río de silencio, pepita de oro entre cientos de trozos de roca, con la paciencia de quien cree en lo invisible, filtrando litros y litros de silencio, durante meses y años, para retener las mínimas voces, arrastradas en su cauce hacia un mar de olvido y sal.

Ya los poemas algo sospechaban, en el húmedo estudio no hay humo ni aroma de café y tabaco, ni pasos crujiendo al amanecer.

No se escuchan los soliloquios, la voz candente derritiendo las noches sin luna, la oscuridad deslizándose sobre el cristal de la ventana.

Las aspas del abanico no giran, el ronroneo que emiten ha quedado mudo. El aire está quieto.

La laptop espera la caricia de su tacto, la melodía del salto de sus dedos picándole las costillas al teclado para que despierte la magia y construya el camino amarillo hacia la nada de la página en blanco.

En la mesa, 10 libros esperan ser leídos; explicar qué es lo azul era el próximo proyecto del poeta. Quizás a eso se alejó, a filtrar el cielo para arrancarle lo azul al infinito.

Se acabaron los ríos en la vida. Quizás a eso se alejó: a cribar las nubes; en la criba los versos escaparán al mundo en gotas de llovizna, balbuceando apenas la esencia de lo que es lo azul; nunca escucharemos el poema retenido en la malla, las voces en esa dimensión encontradas por el poeta; lo azul seguirá siendo inasible, etéreo, expansivo y arrobador para las almas; lo azul seguirá habitando en los libros esperando turno.

Los poetas mueren sin testamento; no son los poemas algo susceptible al reclamo de quien cree tener derecho de propiedad. Los poemas no son bienes terrenales.

Aun así, esperarán los jueces un tiempo prudente por si alguien creyéndose heredero aparece. Nadie los ha reclamado hasta el momento.

El amigo del poeta ha decidido no decir nada, sabe que nunca encontraría las mejores palabras, ni el mejor momento para dar una noticia así.

Ya entenderán los poemas: el camino está hecho de mudanzas.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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