La seriedad suele no ser bien recibida en ninguna conversación, pareciera que se contrapone al buen ánimo. En el afán de ser felices o de creer serlo, se ocultan los temas difíciles o áridos, se posponen los trámites o acciones necesarias, se evaden las decisiones cruciales.
La atención a los deberes propios requiere: Salud, Conciencia de la potencialidad humana, Dominio de los procesos del actuar.
Para contar con estos tres recursos hay sólo un camino, se llama: Educación. No es algo que alguien proporcione, sino algo que alguien quiere para sí.
Un conocimiento no es un objeto transferible, sino un descubrimiento consciente integrable a la estructura personal. No se “nos educa” sino que “nos educamos”, en un acto voluntario e interno. Por ejemplo: una manera de educarse es estando atento al mundo, a sus oportunidades y peligros, cultivando los elementos para habitarlo con la mayor seguridad, gozo y plenitud posibles.
El ser humano se educa, no por sí mismo, pero sí a sí mismo. Para ello debe proponerse mejorar o construir el equilibrio en sus ambientes de vida, así como comprometerse con sus modelos de principios, guías de su trascendencia existencial.
La educación es el estudio, el cultivo de habilidades y recursos para que, al realizar las actividades individuales, sean básicas o superiores, aporten valor al bienestar propio y al comunitario. Lo pequeño fertiliza la semilla para que lo grande sea fructífero.
Se aprende educándose, es decir, recibiendo lo mejor del entorno, siendo proactivo en el conocimiento de temas tanto aplicables al trabajo, como de interés general: desarrollo emocional, tecnología, arte, deporte, artesanía, naturaleza,
pesca, cultura, caballos, autos, etc. etc. Ilimitadamente.
El acrecentar el saber, el descubrir, el hacer las cosas grado excelente; el alentar los valores espirituales en cada acción, es tener gusto por el bien vivir.
La invitación aquí es: poner manos a la obra en la propia educación, allegarse lo necesario de saberes y actitudes para atender las cosas de la vida desde lo mínimo hasta su máximo. Nos pasa a todos: en casa siempre hay un cajón por ordenar.
En la vida, siempre hay un paso hacia adelante que dar.