Tantas cosas serias escribimos los articulistas en un periódico: profundas y perennes reflexiones existenciales, crónicas, ensayos, cuentos y hasta poemas; sabiendo que sus páginas efímeras servirán, después de leerse (en el mejor de los casos), para usos tan disímiles como limpiar cristales o calentar la noche del indigente.
¿Y por qué no había de ser así? Muchos grandes novelistas y filósofos publicaron primero en una columna periodística: capítulo a capítulo su mejor novela, o sus mejores ensayos. ¿En dónde, sino en un periódico, más allá del libro, o antes de ser uno, se encuentran las ideas y las voces, las revueltas del espíritu, los códigos de mundos infinitos? “Aquí cabría un severo etcétera. No lo pondré, pero sí inventaré para encolerizar a mi sombra: etceterilla.” (Parafraseo a Efraín Huerta). Es decir, en las noticias del día, tampoco es la cumbre de nada, ni lo literario, lo filosófico, o lo sociológico, mucho menos lo es si 100 calles serán pavimentadas.
Miguel de Unamuno soñaba un periodismo con menos política y más cotidianidad. Con noticias del desarrollo de las cosechas y el precio de la carne, decía él. Y abundo yo: con las calificaciones de los niños, o los logros lingüísticos y motores de los bebés del barrio. El largo de las cabelleras adolescentes, el árbol más hermoso de la cuadra, la historia más lejana de un anciano. El pleito o la solidaridad del vecino “A” con el vecino “B”. Qué campanas suenan más bonito desde las torres, y a quién saluda el tren cuando pasa junto al caserío a orilla de las vías.
Desde la fragilidad y fortaleza de un diario, hoy escribo aquí: quiero que los diversos trinos, de pájaros autóctonos y en migración, vibren prístinos en el ambiente y embelesen mi alma; Que la sonrisa y el saludo pululen en las calles, y más astrónomos admiren el cielo; Que los botánicos y biólogos vacacionen entre humedales y ríos, y los filósofos tomen café con los músicos y poetas.
Que los pescadores capturen el aroma a durazno o a sandía del movimiento de cada especie marina, y envasen esas fragancias con la marca “cardumen”. Quiero vivir en una ciudad, en un país, donde no me regalen nada y lo tenga todo: atención médica, casa, alimento, educación, respeto, trabajo, desarrollo humano y social… Etceterilla, etceterilla, etceterilla. _