Llegamos al último día del año, y aunque he roto con la idea de ciclos en la renovación, al comprender que muchos de ellos se cierran y abren repitiéndose en sí mismos, admito la esperanza que significa presenciar un nuevo día.
Siempre seremos insuficientes para interpretar la realidad. Se ha logrado trazar un mapa de mareas y de vientos de los océanos del planeta. Se persigue con radares los bancos de peces, aves y tortugas para entender cuál es su viaje.
Y quién nos puede decir adónde emigra el alma de una persona en sus inviernos, con qué instinto construye un nido o busca una guarida. Cómo puede saber qué alimento envenena o fortalece.
Creíamos ser los civilizados por ser sedentarios, cuando la naturaleza es nómada, y los seres humanos somos naturaleza. Más allá del raciocinio, el alma requiere aspirar el entorno, extender el plumaje y emitir el bramido, convocando el encuentro con la naturaleza a la que pertenece.
Se es nómada de la vida, llegar a cada nuevo día es dar un nuevo paso; la vida humana camina, siempre camina, como las olas, los cardúmenes, las parvadas, como los astros. Trazamos una ruta al vivir, aunque no haya todavía un mapa que lo describa, ni inteligencia que lo explique.
El mañana, como el hoy, contendrá el azar que tira los dados y el proyecto que se le proponga. ¿No tienes un proyecto? Qué te parece recorrer este día desde la sensorialidad y conexión con la luz. Ser una flor que abre y cierra sus pétalos.
Qué te parece ir en pos de una bebida caliente. De un lugar donde sentarse a mirar, a escuchar, a compartir. Qué te parece, para empezar, solo estar aquí, en ti, contigo, caminando en tu ser.
Puede ser que despertemos con las manos vacías o con el alma vacía. El vacío es una estación siempre de siembra, dispuesta a florecer en todas sus posibilidades y formas.
No es simple su florecer, por ese azar que también se conoce como destino o causa, o fortuna; pero es el azar lluvia y sequía en el terreno de la vida. Dejemos que el libro de la vida abra su nueva página, para leerla y para escribirla. Caminemos su misteriosa ruta con el asombro de un niño ante un acto de magia. _