La temporada invernal, con sus bajas temperaturas que le son características ha entrado de lleno, y hay que estar más preparados que nunca. Y no me refiero solo al solsticio que para el hemisferio norte tuvo lugar ayer un par de minutos antes de las diez de la noche, sino al contexto pandémico que vivimos desde hace casi dos años ya.
Con la irrupción de la variante Ómicron detectada en Sudáfrica, se prendieron las alertas de las autoridades sanitarias en diversos países del mundo.
En Europa, algunas naciones pronto cerraron sus fronteras para los viajantes, y el fantasma del nuevo encierro merodeó alrededor de las economías, mientras en Estados Unidos se endurecieron las restricciones en los sitios públicos y las medidas de prevención como el uso del cubrebocas y la vacunación, lo que acrecentó el debate acerca de las libertades individuales.
Mientras tanto en México, si bien se autorizó una dosis de refuerzo a las personas que cuentan ya con su esquema completo de vacunación, lo cierto es que pasarán unos meses más antes de que los diversos grupos poblacionales cuenten con su esquema básico completo, y la aplicación de los refuerzos quedará completada mucho después.
Con la temporada vacacional decembrina, y las diversas festividades de la época que van desde los brindis, las posadas y las tradicionales cenas de Navidad y Año Nuevo, donde la socialización se estrecha, autoridades sanitarias y especialistas han hecho un urgente llamado a la mesura.
Y es que mientras está en veremos la letalidad de la nueva variante Ómicron del coronavirus, lo que se sabe es que su capacidad de propagación es preocupantemente superior a los otros tipos del covid ya conocidos.
Conviene recordar que precisamente uno de los puntos más álgidos de la pandemia se vivió en enero de este año, cuando la ocupación hospitalaria llegó a niveles críticos, la demanda de servicios de salud apenas y pudo ser atendida por los hospitales públicos y privados, y hubo una angustiante escasez de oxígeno.
Aprendamos la lección y evitemos una siguiente ola. Aún es tiempo.
mario.arteaga@milenio.com