Contrario al atuendo formal que llevaba la última vez que le vimos en Irapuato en mayo pasado, el aún aspirante a candidato independiente a la presidencia de México, Eduardo Verástegui, no trae un fino traje hecho a la medida. Ahora no es arropado por la clase política y eclesial; se pasea en bicicleta frente a la plaza principal de León.
Viste pantalón de mezclilla, tenis y una camiseta negra. Saluda a la gente y posa de buena gana para las “selfies” de todo aquel que se lo pide. Si cada fotografía que se saca fuera una firma, estaría más holgado en su afán por recabar las más de 960 mil firmas de respaldo ciudadano para llevar su nombre a la boleta electoral.
En Guanajuato, único estado donde la ola morenista no arrasó en 2018, su candidatura es acogida por esa franja del electorado que no se siente representada en la
amalgama de ideologías diversas y contrapuestas, que convergen en torno a Xóchitl Gálvez.
Más tarde, en el sheffieldiano “Puente del Amor”, Verástegui colocaría su candado simbolizando su lucha por la defensa de la vida y las familias de México.
“Verástegui no le debe favores a ningún grupo criminal”, dice una asistente al mitin. “Eduardo defiende la vida, y los valores y principios que tenemos los mexicanos”, secunda otra. En tanto, el aspirante a candidato ciudadano aprovecha para demostrar ante los reporteros como un Iphone nuevo es incapaz de escanear el QR de una credencial de elector en la app del INE.
Es la realidad a la que se enfrentan a diario sus 6 mil simpatizantes que a lo largo y ancho buscan llegar a la meta, pero esta semana apenas rebasaron el umbral de las 100 mil firmas.
A esta deficiencia informática achacan el hecho de que aún falte un 90 por ciento del requisito.
Para el registro: Jueves 30 de noviembre. A casi un mes de que se venza el plazo, Eduardo Verástegui despierta esperanzas en León, mientras el reloj continúa la fatal cuenta regresiva. Si las selfies fueran firmas...
