Los mexicas, un pueblo eminentemente guerrero, pensaban que si morían en batalla, se elevarían directamente al reino de la luz. Las exequias de los guerreros tenían gran esplendor, recibiendo los cuerpos con solemnes ceremonias religiosas.
Los encargados o cuauhuehuetoques visitaban a las viudas anunciando: “No te consuma la tristeza y acabe los días de tu vida… pasan por tu puerta las lágrimas y suspiros…
“Llora por los muertos que no perecieron cavando ni arando, sino que se fueron por la honra de la patria. Y asidos de las manos con el dios Huitzilopochtli, viven en el sol y andan en su compañía ataviados de luz…”
Seguía la ceremonia a Tonatiuh, el sol. Cantores fúnebres, ataviados con cintas de cuero negro, lanzaban gemidos y cantos lastimeros al son de los teponaxtles.
Llegaban las viudas cubiertas con el ayate de su marido y se ponían en hilera llorando y bailando al son de los instrumentos, dando grandes palmadas y caminando hacia atrás.
Después, las viudas preparaban unas figuras de madera semejando a los muertos, y les ponían alas de gavilán, para que volasen delante del sol.
A ninguna de ellas se les permitía lavarse o cambiar de ropa, por lo que al canto le decían “tzocuícatl” o canto de mugre.
Presentaban las viudas como última ofrenda una jícara de pulque o “teotecómatl” que tomaban los cantores y alzaban tres veces, derramándolo a los cuatro lados de las estatuas.
Concluían quemando las estatuas, mientras lloraban las viudas. Les decían los sacerdotes: “Hermanas nuestras, haced ancho el corazón.
“Ya hemos dejado a nuestros hijos los caballeros tigres y águilas, que se fueron para siempre… Ocupaos en tejer y barrer, y estaos en vuestras casas esperando solamente en Teotl, el señor del día y la noche, del fuego y del aire”.
Volvían las lágrimas y el duelo, durando en su luto 80 días sin peinarse ni lavarse. Al último iba un sacerdote a rasparles la suciedad del rostro, la que arrojaban en el “yahualiucan” del templo.
Y concluidos los 80 días, las viudas se peinaban y lavaban, y si podían, volvían a contraer matrimonio… Mientras tanto, los difuntos volaban con sus alas de gavilán frente al sol…