Los antiguos tenochcas se dividían en tres clases: sacerdotes y guerreros, mercaderes o pochtecas, y macehuales o vasallos. Los hijos de las dos primeras se educaban en el Calmécac, situado en el templo mayor o Teocalli. Ingresaban a los 15 años.
Los destinados a sacerdotes recibían en el Calmécac educación religiosa, y los futuros militares instrucción militar en el Telpuchcalli. Salían para casarse a los 22 años.
Algunos sacerdotes también se casaban. Había unos mancebos que sólo servían un año, destinados al culto de Huitzilopochtli, pero educados con más rigor, pues la
menor falta de honestidad era castigada con la muerte, y se consideraba injuria al dios encontrar en el templo cualquier sabandija.
Las doncellas también eran educadas en el templo, en un local frente al de los mancebos. Las aristócratas ingresaban a los 12 años, y vivían en castidad y recogimiento dedicadas al servicio del dios.
Entraban rapadas, pero allí se dejaban crecer el cabello. Su traje era blanco sin adornos; solamente en las festividades se
acornaban con plumas y coloreaban las mejillas.
El voto era por un año, siendo renovable, y salían para casarse. Su deber era limpiar y aderezar el templo y preparar
la comida de los sacerdotes.
Como los mancebos, se levantaban a media noche a orar a sus dioses. El día lo ocupaban en labrar y bordar ricas mantas para el culto.
Para conservar su hermosura no se punzaban como sacrificio con púas de maguey en el cuerpo como los muchachos, sino solamente en las puntas de las orejas.
Las doncellas aprendían las galanuras de su sexo, recibiendo lecciones de canto y danza; y todos eran depositarios de las tradiciones de su raza y los archivos; comprendían los jeroglíficos, explicaban los hechos históricos e interpretaban los agüeros.
Existían unas sacerdotisas que les servían de maestras, ya que algunas permanecían de por vida, vigiladas por unas ancianas, y en el exterior por unos ancianos.
Como podemos ver, la educación entre los mexicas era magnífica, y hasta mejor que en países del extranjero.
