Ante la resolución de la Suprema Corte sobre la no criminalización del aborto, desmintiendo al Código Penal del Estado de Coahuila, nuevamente se lanzan a la plaza pública y a la palestra de las páginas editoriales y el choque de poderes.
Miles de mujeres se manifestaron alegres del dictamen del máximo tribunal judicial del país, así como numerosos editorialistas a favor; pero al mismo tiempo se está escuchando la voz de personas representativas de los valores universales sobre el derecho a la vida, en total desacuerdo.
El grupo religioso que justifica la posibilidad de abortar en casos concretos como la violación o si existe un riesgo para la madre, es el judaísmo y el Islam; pero el catolicismo no habla de que la mujer que aborte deba ir a la cárcel, sino al acto en sí cuando se interrumpe voluntariamente el embarazo. Miles de grupos religiosos están en desacuerdo con la votación de la Suprema Corte, especialmente el catolicismo que es muy estricto en lo que se refiere a la interrupción voluntaria de la embarazada.
Y para sostener esa opinión acude a La Biblia, el libro sagrado de la religión cristiana, el cual reconoce que todas las vidas son sagradas y, por lo tanto, considera que un aborto es poner fin a una vida que se está gestando.
Por ese motivo, el Vaticano que representa a una de las instituciones religiosas más importantes e influyentes del mundo se opone a la práctica del aborto en cualquier circunstancia, aunque el diagnóstico prenatal muestre malformaciones en el feto o el embarazo suponga un peligro para la salud de la mujer.
La postura influye en más de 1,300 millones de creyentes católicos en todo el mundo. Se declara antiabortista, al dictaminar que la vida de la madre y la del feto son sagradas por igual y que nadie tiene autoridad para eliminarlas.
Aun así, dentro del catolicismo existen movimientos que difieren de la postura oficial. Varias asociaciones de mujeres católicas defienden la legalización del aborto por motivos de salud y los derechos de las mujeres embarazadas a decidir.
Interesantes las posiciones antagónicas y la proclamación de la libertad de la mujer a decidir sobre el caso.
Para los creyentes, no hay tema a discutir. _
