Ante las exageraciones e incumplimiento del sector magisterial sindicalizada que está causando estragos en la capital del país, es necesario recordar las obligaciones a que se debe un docente, independientemente de la naturaleza de sus reclamos, porque antes que ellos está la responsabilidad profesional y moral de estar en el aula frente a sus alumnos.
Primeramente, hay que considerar que la docencia es primero vocación y entrega, y si éste exige se cumpla con sus derechos, existen las vías para realizarlo sin afectar al estudiante, principio y fin de su carrera en el campo de la enseñanza.
La obligación de cumplir con el plan de estudios y los objetivos educativos establecidos, siendo éstas las de ajustarse al plan lectivo y mostrar evidencias de su cumplimiento, pero también:
1.- Evaluar a sus alumnos de manera justa y objetiva
2.- Fomentar el respeto a los derechos naturales de todo ser humano y a su diversidad cultural.
3.- Mantener una conducta ética y profesional en su labor .
4.- No anteponer ninguna distracción ajena.
El respeto y ajuste del docente a sus obligaciones básicas serán reflejadas en el prestigio de la institución a la que sirve, sea pública o privada. La imagen de éstas no están en sus instalaciones o en la publicidad, sino en la calidad de la enseñanza y los ejemplos que reciba del personal directivo y profesorado, la formalidad con que se manejan los documentos y el cumplimiento con el calendario escolar.
También con la clase y objetivo de las actividades extra escolares y la administración de los deportes .
No siempre existen en los planes de enseñanza de manera enfática la enseñanza de los valores, dejando a los alumnos que actúen según las circunstancias y la conducta de los padres.
De ahí que es necesario remarcar los valores del respeto a las personas, a la Naturaleza, a los derechos de los demás, al uso prudente y educado del lenguaje y a las obligaciones que se tienen en el hogar.
La falta de estas enseñanza se ve reflejada en muchos estudiantes que muestran una diferente imagen como tales y como personas, que no apoyan su proyección profesional ni personal.
Si a todas esas dificultades en el campo escolar se agrega el ausentismo del profesorado, dejan como decían las abuelas “al garete” a nuestros jóvenes que requieren de urgencia modelos de aprendizaje y ejemplos de comportamiento de los adultos.
El tiempo es valioso recurso y perderlo, es un bien que nunca se podrá recuperar.