Soy la Ciudadana Cero. Vivo en alguna ciudad del país. No me quedé donde nací por falta de oportunidades. A donde llegamos, mis papás, mi hermanito y yo, hicimos una casita de cartón –éramos paracaidistas–. Mi papá empezó a trabajar en la pepena, mamá lavaba ajeno y hacía remiendos. A mi hermanito y a mí nos mandaban a la escuela de la colonia, donde íbamos niños pobres, como se pueden imaginar. Estudié hasta primero de secundaria porque para entonces mi papá ya nos había dejado para irse al otro lado de mojado –nunca lo volvimos a ver– y yo tuve que ayudarle a mamá en todo. Mi hermanito seguía en la escuela, pero yo entré a trabajar en una maquiladora como costurera, era lo que había aprendido. Diariamente hacía dos horas y media para llegar a mi trabajo, casi siempre llegaba tarde. La comida la dejaba hecha, mi hermanito se la calentaba, pero la verdad es que la íbamos llevando como buenamente podíamos. Para entonces mi mamá ya trabajaba en una fábrica y sacó un crédito para hacernos de una casita, lejos, pero nuestra. Estábamos bien contentos, pero un día al regresar de mi trabajo, ya tarde, unos tipos me alcanzaron, me pegaron, me violaron, me tuvieron en una casa a oscuras, casi sin comida, en medio de mis propios olores y el miedo. Un día me dijeron que me bañara, me dieron un vestido brilloso y me llevaron a prostituirme. Así estuve como tres años, hasta que me escapé y pude regresar a mi casa. Cuando llegué, las vecinas y mi madre me veían como a alguien sucia, apestada, mala, como si hubiera sido mi culpa. Me tuve que ir de ahí, muy lejos, donde nadie lo supiera y me discriminara. Ya pasó el tiempo, hoy tengo dos hijos, niña y niño, van a la escuela, los mantengo con lo que gano, no como hubiera querido. Tengo miedo que los lastimen, que les pase algo como a mí.
El domingo pasado que hubo elecciones donde vivo, no fui a votar. Casi siempre había votado por el PRI, pero cuando pasó lo que pasó, voté por el PAN, parecían buenos, no que va, cuántos muertos, siempre asustados, no había trabajo, luego me hice perredista, había de ver como creía yo en ellos, lo ilusionada que estaba, pero saben qué, las cosas para mí seguían mal: asaltos, no había trabajo, el transporte malísimo, para todo trámite te pedían dinero. Me cansé y me puse a pensar que los partidos gastan y gastan y andan en puros pleitos, y yo, cuando más los necesité no estaban ahí. Me violaron, me prostituyeron y tuve que huir. Vivo asustada por mis chavos. Nadie me ayuda, como lo van a hacer si nada más soy una ciudadana cero, cero a la izquierda que no le importa a ningún partido.