En su reporte sobre la economía mexicana, el Banco de México elevó la expectativa de crecimiento de México por encima de 6%, la razón fundamental es que al amparo del T-MEC es probable que las exportaciones suban en forma acelerada dado que el crecimiento en Estados Unidos se estima por arriba de 7%. La noticia es buena y nos ayudará a salvar el año; sin embargo, la perspectiva para 2022 se reduce significativamente.
En 2022 la economía de EU regresará a obtener crecimientos más moderados, por lo que el impacto hacia México será mucho menor que en el año actual; lo anterior nos debe preocupar porque la causa más importante de la falta de impulso a las actividades económicas nacionales es que la inversión privada —tanto nacional como extranjera— sigue muy baja.
En el tema de la inversión nacional, es evidente que no existen políticas públicas adecuadas para que ésta crezca y se desarrolle, por el contrario, esta administración ve a los empresarios como enemigos de la transformación que desea emprender. Queda claro que se quiere estatizar una parte de la economía, pero a ciencia cierta nadie nos dice el alcance que se pretende dar; pero inquieta muchísimo a los inversionistas privados que la transformación que se busca llevar a cabo se parezca más al modelo venezolano, que ha resultado desastroso en el terreno económico, y no se diga en el democrático.
Es muy preocupante que a dos años y medio de la actual administración, no solo no se haya encontrado el camino para empezar a disminuir la pobreza, es más, los índices de pobreza han aumentado de forma alarmante y la pandemia —causante de una parte del daño— ha permitido ocultar la realidad. Con lo anterior, lo que quiero decir es que la contracción que sufrió la economía el año pasado de 8.3% fue una parte por la pandemia y otra porque el gobierno no hizo algo para apoyar el empleo y evitar el cierre masivo de empresas, amén de mantener políticas públicas contrarias al crecimiento de la inversión privada.
La animadversión del gobierno hacia el sector privado es preocupante, ya que este último es el que realiza las inversiones que necesita el país; históricamente, de la inversión total, la privada representa 93% y la pública solo 7%. El rechazo a los empresarios es un error, pues son los que crean los empleos y las oportunidades.
A pesar de que la perspectiva para este 2021 es buena, la inversión extranjera directa no viene este año, sino los que siguen, por esa razón ha disminuido. A este tipo de inversionistas no les ha gustado que el gobierno cambiara las reglas del juego. Por lo pronto, en el sector energético —iniciativas para reformar la industria eléctrica y la de hidrocarburos— no han sido bien recibidas, motivo por el cual al primer trimestre la inversión preliminar es casi 30% menor que la obtenida en el mismo lapso del año pasado; esto puede mejorar, pero estamos desaprovechando la ventaja de nuestra vecindad para crecer la inversión extranjera directa.
En resumen, será un buen año, pero no nos da certidumbre de que el siguiente sea igual.
Manuel Somoza
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