Estamos viviendo la tercera gran revolución en la era digital: inició con la creación y adopción global de internet, siguió con la de las redes sociales y hoy estamos ante la de la inteligencia artificial (IA). No hay forma de escapar de ella y hay que entender el cambio radical que esto significa para nuestras vidas: quien domine la IA dominará también los avances del mundo.
Gina Chua, editora ejecutiva de Semafor y una de las principales especialistas en IA, nos lo explicó en una charla del AI Journalism Lab de la Newmark J-School de CUNY: no importa si no usamos activamente modelos de lenguaje de gran tamaño (LLM, por sus siglas en inglés), los sistemas de IA capaces de comprender y generar lenguaje humano al procesar cantidades enormes de datos, porque la mayoría de las industrias ya los utiliza y cada vez lo hará más. Por eso ya existe una lucha entre China y Estados Unidos por controlar esta tecnología y sus aplicaciones globales. Es tan importante que esta semana un simple anuncio desestabilizó a la industria tecnológica mundial.
La culpable fue DeepSeek, una empresa china que desarrolló en unos cuantos meses un LLM que funciona igual o mejor que los estadunidenses como ChatGPT, Claude o Gemini, pero cuyo costo de creación (dice la empresa que 5.5 millones de dólares) fue 100 veces menor y, además, es totalmente gratuito para el usuario. El gobierno estadunidense prohibió a Nvidia, la empresa que mayoritariamente fabrica los chips necesarios para crear y entrenar a las IA, venderle a empresas chinas sus productos más avanzados, por lo cual en DeepSeek se utilizaron unos de segunda línea.
Dado que, al parecer, no se necesitan los chips más avanzados ni inversiones de cientos de millones de dólares para generar un LLM que compita con los mejores, hubo una caída de las acciones de Nvidia en la que perdió 589 mil millones de dólares. Esta es la peor caída en un día para una sola empresa en la historia de Wall Street. Otras empresas de tecnología ligadas a la IA también sufrieron pérdidas y toda la industria se puso a temblar porque, si los datos que dio DeepSeek son ciertos, probablemente veamos pronto startups más pequeñas generando LLM y compitiendo con los gigantes de Silicon Valley. Y también porque se demostró que China, sin duda, no va muy atrás en la carrera de la IA.
Algunas personas en el gobierno estadunidense y expertos en ciberseguridad ya han señalado los problemas de privacidad y seguridad de los usuarios al usar DeepSeek, pues las leyes chinas permiten al gobierno acceder a los datos de las empresas. También hay una autocensura del LLM cuando se le pregunta sobre hechos que las autoridades chinas ven como controversiales, como la masacre de la plaza de Tiananmen en 1989. Esto no ha frenado su uso y ya es la app más descargada este mes en Estados Unidos.
Así, pese a los esfuerzos de las autoridades estadunidenses por frenar el avance de la tecnología china, la gente sigue utilizándola. Lo vimos ya con el veto a TikTok —que hoy está en un limbo legal, pero la app sigue activa—, en donde el riesgo de “espionaje” a los usuarios y que se le vea como un problema de seguridad nacional no frenaron (ni frenarán) su uso.
La guerra tecnológica, comercial y geopolítica entre estos dos países seguirá creciendo y la batalla por el dominio de la inteligencia artificial apenas acaba de empezar. El éxito de DeepSeek solo es el primer anuncio de lo que viene.