Ciencia y Salud

Orgullo

  • Para Reflexionar
  • Orgullo
  • Luis Rey Delgado García

El orgullo, puede ser doblemente entendido al orgullo positivo se le llama autoestima y autoconfianza, y al negativo soberbia y arrogancia. 


El orgullo positivo es necesario para sentirnos seguros y llevar una vida equilibrada, valorarnos en nuestra justa medida, ubicarnos y estar orgullosos en nuestra existencia, que es absolutamente sano. El segundo orgullo, el que nos aleja y eleva del mundo, es el mejor generador de conflictos que podemos tener. 


El lado negativo del orgullo es el exceso de estima hacia uno mismo y hacia los propios méritos, la persona se cree superior a los demás. Este tipo de orgullo incapacita para reconocer y enmendar los propios errores. Las personas trasmiten quejas mentales debido a su ego exagerado, quejándose constantemente que les hace saltar de un conflicto a otro. 


Cuando el orgullo se transforma en soberbia se experimenta un sentimiento de sobrevaloración de uno mismo. Se trata de un sentimiento de superioridad que lleva a presumir cualidades o ideas propias y menospreciar las ajenas, es la osadía de aquella persona que se envanece a sí misma. 


La soberbia, que nos lleva a sentirnos superiores cada vez que nos comparamos con alguien, pone de manifiesto un complejo de inferioridad. De ahí surge la prepotencia, con la que tratamos de demostrar que siempre tenemos la razón, empleando la vanidad, haciendo ostentación de nuestros méritos, virtudes y logros. 


El peligro del orgullo, llevado a la soberbia y vanidad es que genera un endurecimiento emocional. Las personas difícilmente olvidan una ofensa. Y estas características bloquean las relaciones interpersonales. Realmente asusta un político orgulloso que gano elecciones que transite hacia la soberbia. 


La honestidad puede resultar muy dolorosa en principio, pero muy liberadora. Nos permite afrontar la verdad acerca de quiénes somos y de cómo nos relacionamos con nuestro mundo interior. Así es como iniciamos el camino que nos conduce hacia nuestro bienestar emocional. 


Ser honestos, disminuye el miedo a conocernos y afrontar nuestro lado oscuro. También nos incapacita para seguir llevando una máscara con la que agradar a los demás y ser aceptados por nuestro entorno social y laboral. 

 
A su vez, ser honestos nos impide seguir ocultando debajo de la alfombra nuestros conflictos emocionales.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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