Sí los retos anteriores son mayúsculos, restan tres más: convertir a Manolo en una figura política de alcance nacional bajo un entorno de escasa competencia, en el cual apenas sobresalen Samuel García, Mariana Rodríguez, Jorge Álvarez y Luis Donaldo Colosio de MC; Damián Cepeda, Claudia Murguía y Jorge Romero del PAN. Y Alessandra Rojo de la Vega y Patricio Bucardo Muñiz del PRI.
Llegó la hora en la cual, con ese objetivo en mente, sus asesores habrían de pulir su imagen, nutrir su discurso y fortalecer sus relaciones políticas y mediáticas en el país.
Un Coahuila atejanado con rodeo incluido, está bien. Pero fuera de esos límites, existen muchos Méxicos distintos con lenguas, culturas y aspiraciones diferentes, a los cuales Jiménez debe llegar para aspirar a universos políticos hoy desconocidos.
Manolo está urgido de controlar su sucesión para no distraer sus aspiraciones mayores, que incluyen blindar el futuro de Coahuila del arribo de Morena y del retorno del crimen organizado y cimentar su futuro político personal.
Un zape cerebral -ajustador de neuronas- bien dado a los cinco precalefactos no estaría mal, por tres razones: para ajustarlos a los tiempos políticos definidos por él mismo; evitar patadas por debajo y pucheros por encima de la mesa y dar mal ejemplo a otros políticos que ya deliran sin examen toxicológico de por medio: el alcalde de Monclova, Carlos Villarreal, apodado “el Capulina”, tiene la osadía de plantear preguntas en reporteros para orondo confirmar su aspiración de ser gobernador.
No es el único: el rector de la UAdeC, Octavio Pimentel, llamado “el inge Pime”, tiene el descaro de ofrecerse, cual Nerón tocando la lira con la universidad en llamas, para ser alcalde de Saltillo.
Después del zape cerebral a los precalefactos, sugiero resolver el reto de elegir a su sucesor el próximo año, con la misma anticipación con la cual Miguel Riquelme lo hizo con él mismo; para reducir la adrenalina aspiracional a su mínima expresión.
Su candidato o candidata -sugiero- podría surgir dentro o fuera de los cinco ya considerados, con un común denominador: su mérito forjado en cinco características; Experiencia en el servicio público exitosa -6 años mínimo; logros ajustados a su responsabilidad actual; integridad, carácter y determinación personal; lealtad probada y rentabilidad electoral asegurada.
Esta propuesta parte de una premisa: a partir de 2029, la complejidad del país requerirá un gobernador (a) en Coahuila con ese mérito -cocinado a fuego lento, no de manera exprés en horno de microondas.
En la próxima entrega analizaré el último reto: edificar un modelo preventivo que corra de la mano del ejemplar modelo de seguridad que nos enorgullece como estado.
Preciso, cada reto es una pieza del Jenga -juego de mesa- de ahí su complejidad política.
Una pieza no bien ajustada tumbaría toda aspiración de futuro político de Manolo. Cuidado.