Dos mujeres buscan el poder bajo las reglas de un sistema patriarcal definido a imagen y semejanza del hombre.
Claudia, trastabillea, mientras AMLO acota sus sueños de independencia, porque éste tendrá “una base de poder propia, que no dimana de la presidencia, sino que la precede: se trata del partido/movimiento personalista que construyó (…) basado en la lealtad al caudillo (…) a partir de un arreglo personalista y vertical, no horizontal, que tenía como objeto llegar al poder y concentrarlo”.
Xóchitl, por su parte, desde su soledad ciudadanizada, mira a los partidos políticos de la coalición Fuerza y Corazón por México, como es utilizada su candidatura para fortalecer posiciones partidistas en el Congreso y mantener (y ampliar) el número de gubernaturas de oposición.
Mientras ambas mujeres, intentan ir más allá del cerrojo del poder masculinizado, un AMLO -desesperado- intenta varias jugadas de ajedrez (que sin importar su aprobación poseen raja electoral), para asegurar la llegada de Claudia a la presidencia, pero bajo reglas definidas desde su caudillazago transexenal.
Con rentabilidad electoral en mente, AMLO despliega para Claudia, la ruta de de las tareas pendientes para instalar un régimen autoritario en el país.
Estas son las etapas o tareas por completar de 2024 a 2030:
a. Controlar el Poder Judicial para que sea funcional al proyecto transexenal de la 4T. ¿Cómo? Mediante la elección de jueces en las urnas; el retiro de la pensión vitalicia a los ministros y la creación un Tribunal de Administración y Disciplina Judicial “con facultades para sancionar a todos los miembros de la judicatura, incluidos los ministros.
La primera elección por voto directo de todos los cargos judiciales federales se realizaría en junio de 2025”.
Morena no cuenta, sin embargo, con la mayoría calificada para llevar a cabo tal reforma, pero a los ojos del ejército electoral de AMLO, su intención es justa porque “los Magistrados y los Jueces son corruptos y favorecen la impunidad”.
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