De paso, asaltan periodistas.
Yo ya no entiendo mi bello país, al que quiero mucho y al que le debo mi preparación profesional y las oportunidades que he tenido de ejercicio en el servicio público. Además, le tengo un cariño muy especial, quizá porque mi padre fue revolucionario, niño héroe de Veracruz y hemos recibido de nuestro país todas las ventajas y el orgullo supremo de ser mexicano. Por eso no me quise quedar en EUA cuando me invitaron: porque yo adoro a México.
Pero, cómo puedo seguir queriéndolo, si ya desbarataron el sistema democrático que teníamos y que nos costó 80 años en lograr, porque el famoso “plan B” es destructivo por naturaleza y ojalá tenga un poco de vergüenza la Suprema Corte y lo anule.
Ahora sigue el Conacyt, porque en la Federación no descansan de destruir algo todos los días. Este órgano nació en 1970 y con él, posteriormente, el Sistema Nacional de Investigadores y como dijo un gran mexicano, Ruy Pérez Tamayo, esos avances fueron balsas para que sobreviviera la ciencia y con ella la capacidad de soberanía nacional, valor agregado del producto, investigación científica y educación.
También, de paso ahora están matando y atacando periodistas. El último, Ciro Gómez Leyva, periodista que tiene mucha audiencia, fue balaceado. Por supuesto que están amenazados muchos otros periodistas y México es de los países que tienen más mortalidad de periodistas en el mundo. Esta es otra destrucción y ahora van sobre los periodistas disidentes.
Esto no había pasado ni en la peor época donde se asesinaba a la gente por disentir.
Según las estadísticas del Banco Mundial en ciencia, la media del gasto mundial en investigación, como fracción del PIB, ronda el 2.2% y en el top 10 están Israel (4.95%), Corea del Sur (4.81%), Suiza (3.37%), Suecia (3.34%), Japón (3.26%), Alemania (3.09%) y Estados Unidos (2.84%). Mientras, nosotros tenemos el 0.4% y vamos a destruir otro organismo que necesitamos para seguir siendo un país respetado, soberano y con valor agregado en sus productos.
Descartes: Pienso, luego existo… Yo amo a mi país, pero ¡ah, qué difícil es respetar a quienes lo dirigen!
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