¿Es un mito o una realidad?
Igual que sucede en muchas áreas de la historia mexicana, nunca sabemos a ciencia cierta si hay héroes que justifican su nominación permanente o simplemente son excusas de la historia para pasar a la realidad y crear un proceso histórico a modo del régimen actual.
Obviamente que en las revoluciones existen muchos errores, sinsabores y algunos aciertos, como sucedió en la revolución rusa, lo que describe con brillantez el libro de John Reed: Diez días que estremecieron al mundo.
Las revoluciones producen asesinatos, criminalidad y también cambios sociales, como sucedió en Cuba y también en México que, del régimen unipartidista y totalitario de Porfirio Díaz, manufacturado por Benito Juárez, quien murió en el Palacio después de 15 años de gobernar, se produjeron grandes beneficios como la revolución agraria, la comprensión social y un régimen que a tropiezos ha llegado a darle su jerarquía a la pobreza, aunque mal entendida, en su tratamiento, por el régimen actual.
Francisco Villa, igual que muchos revolucionarios, tuvo críticas y noblezas; las primeras generaron muchas traiciones. Y si analizamos la Revolución, veremos que Huerta traicionó a Madero, que Obregón lo hizo con Zapata y que Villa fue fulminado por Obregón; igual se dice respecto de Plutarco Elías Calles. Ni qué decir que a Venustiano Carranza lo mandó a matar Obregón y que lo mismo sucedió con Villa. Es decir, nuestra Revolución fue un conjunto de traiciones y deslealtades, igual que muchas otras revoluciones.
De todo eso no debemos asustarnos. Pero lo que sí me da pena como mexicano es que se ennoblezca la figura del analfabeta, violador y asesino que fue Francisco Villa, quien destruyó su propia nobleza, pues con su afán de ser un personaje y con la excusa de la Revolución destruyó todos sus valores humanos.
Conmemoramos a Villa, porque fue parte de la Revolución. Pero si algo le queremos enseñar a los niños, es que las revoluciones fomentan la destrucción, la tragedia, el bandidaje y la traición.
Descartes: Pienso, luego existo… Ennoblecer a Pancho Villa, igual que hacen los cubanos con Castro, es abusar de la bondad de los niños, a quienes debemos enseñar la virtud, no la maldad.