Vivir, para el ser humano es algo más que el simple acto de moverse, respirar, comer, ver, oír, etc., pues nuestra inteligencia (por mínima que sea), a diferencia de otros seres vivos, nos hace preguntarnos el cómo, el por qué y el para qué de lo que percibimos en el mundo que nos rodea, así como cada quien en lo individual tarde o temprano se lo pregunta respecto de si mismo.
Encontrar respuestas claras y honestas no es ni lo ha sido nunca cosa fácil, sobre todo cuando no se tiene el hábito de reflexionar, además de que no hay fórmulas que a todo mundo le acomoden, sino que ese proceso de auto-cuestionamiento se tiene que recorrer sólo, lo cual requiere un esfuerzo mental que por lo general no nos es grato.
Y es en esto último, en elegir sólo lo que nos agrada, donde radica mucha de la problemática social que hoy vivimos, particularmente promovida por mitos y falacias de que estamos aquí sólo para “disfrutar de la vida” y ser felices, entendida esa felicidad como un estado permanente de placer, por hacer solo aquello que nos gusta hacer.
Sin embargo nos demos cuenta o no, la realidad es diferente:
La vida es un hermoso regalo, si, pero también es asumir la interminable responsabilidad de subsistir y desarrollarse física, mental y emocionalmente (o si se prefiere: espiritualmente).
El disfrute por lo que es grato y nos da placer, disminuye en la medida en que se consigue. Y la felicidad no es sino un transitorio estado de ánimo que inevitablemente se alterna con otros de tristezas y de alegrías.
Entender esto y vivir en consecuencia, puede resultar una buena “vacuna” contra virus emocionales como las ansias de poder, la soberbia, el egoísmo, la ambición, la codicia, la lujuria y la pereza, de la que en mayor o menor medida todos somos víctimas, pero que infortunadamente, con frecuencia los vemos encarnados en quienes por su posición e influencia resultan socialmente nocivos.
Desarrollarse como ser humano y compartir ese desarrollo, nos hace vivir una gratificante sensación de esfuerzo-beneficio.
Quizás esto sea mejor y más realista que querer vivir una “vida feliz”.