Según lo dicta el calendario, el invierno en nuestro hemisferio empieza el 21 de diciembre, pero lo cierto es que como en todo lo que los humanos pretendemos medir y regular, la naturaleza se comporta como “se le da la gana”, más aún en estos tiempos de cambio climático.
Así, la presencia de la estación de temperaturas frías, con sus noches largas y sus días cortos, varía según sea la latitud y geografía en la que se vive, todo esto derivado de un misterioso orden cósmico (ver materia y energía oscura) en el que la interacción de millares de soles, planetas y constelaciones, mantiene un equilibrio astronómico, que impide no solo que todos choquen contra todos, sino que de la misma manera misteriosa determina y regula todas las formas de vida que puedan existir en esos mundos.
Física y astronómicamente podemos entender el cómo y el porqué del invierno así como de las otras tres estaciones, pero entender y aceptar el “para qué” nos resulta más difícil, sobre todo cuando se trata de extender ese entendimiento a la idea de una ley universal, de que todo lo que existe y ha existido tiene un principio y un final, un nacimiento y una muerte, una primavera y un invierno.
Aceptar mentalmente el invierno de la existencia como el preludio de la muerte, la propia o la de nuestros seres queridos, es ciertamente algo que no podemos asimilar con facilidad, sobre todo emocionalmente y en una cultura que considera la muerte como una derrota y no como un proceso de tránsito a otra etapa existencial, no en la forma en la que hoy somos, sino en la esencia de lo que desde siempre hemos sido y seremos, una infinitesimal parte de ese misterioso universo con su eterno e inexplicable orden.
Comprender ideas o conceptos para los que no tenemos palabras con que explicárnoslos, no es tarea fácil, dada nuestra esclavitud mental a las definiciones rígidas.
Dios, Universo, Eternidad, son ideas fuera de nuestro alcance racional.
Tal vez por eso quizá sea mejor escuchar a Vivaldi para entre sus notas, percibir la relación entre sus Cuatro Estaciones, y este lapso de tiempo que llamamos vida.