Si los traviesos duendes gráficos no disponen otra cosa, cuando sus ojos se deslicen sobre estas grafías, se cumplirá un aniversario más del nacimiento, un 30 de octubre allá por el año de 1900, de un mexicano que con su talento musical, su poesía y su emotividad, no solo ha escoltado a varias generaciones de enamorados, sino que llevó su sensibilidad y el nombre de México a los más diversos rincones del mundo, despertando con la letra y música de sus canciones, ese sentimiento universal que nos iguala a todos los seres humanos, sin importar raza, credo o género: el amor erótico.
Agustín Lara Aguirre del Pino, para abreviar aquí su larguísimo nombre (como solía ser el de los nacidos en la clase media alta en la época porfiriana) en su prolífica producción no solo le cantó al amor y a la mujer.
Ciudades como Madrid, Murcia, Valencia y Veracruz o diversos personajes de su mundo, fueron también temas del inagotable venero musical de Lara. Cultivó con éxito géneros tan diversos como marcha, pasodoble, tango, blues, fox-trot, vals, danzón y desde luego el bolero, al que imprimió su sello personal e inconfundible.
Pero fue la mujer con sus encantos y veleidades, la principal inspiración del llamado músico poeta, quien vivió su vida como un rehén preso en la pasión de los embelesos y deliquios del amor, por lo que no debe sorprender que en esa condición, como cualquier otro enamorado, reinventara y viviera su propia realidad o fantasía, llegando incluso dicen algunos, a alterar su fecha y lugar de nacimiento por otros datos más acordes a su visión romántica del mundo.
A Lara se le ha acusado incluso de mitómano, pero si así fuese, es a esa fantasía a la que debemos sus extraordinarias metáforas y frases poéticas, que retratan esos momentos cuando Eros se adueña de la mente y del corazón:
“Tengo ganas de un beso, te lo vengo a pedir”; “…y cuando ese milagro realiza el prodigio de amarse, hay campanas de fiesta que cantan en el corazón”; “yo solo sé que nos ha consumido la llama azul de la melancolía, y sé que como a nadie me has querido y que fuiste intensamente mía”.
