Política

El caballo negro

  • Desde mi rincón
  • El caballo negro
  • Luis Augusto Montfort García

Vivimos hoy tiempos turbulentos y en esas turbulencias, es fácil que naufrague nuestra serenidad y en cierto momento perdamos la cordura, lo que nos puede llevar a tomar decisiones erróneas que afecten de manera importante nuestra vida, así como las de las personas que nos son queridas y cercanas.

Tomar decisiones no es una tarea fácil, sobre todo cuando entendemos que elegir algo, implica siempre la renuncia a alguna otra cosa, persona o posición, así como un grado de incertidumbre sobre el éxito de la elección.

Es por eso qué, aunque no hay una fórmula segura que nos garantice ese éxito, existen teorías como la del “cerebro triuno”, que nos pueden ayudar a entender la manera como tomamos esas decisiones y tratar de controlarlas mediante el conocimiento de nuestros procesos mentales.

Propuesta en los 60’s por el Dr. Paul McLean, se basa en que el cerebro humano es el resultado de una evolución que devino en un conjunto de tres cerebros en uno: 

El reptiliano, que regula la mera supervivencia como sucede con cualquiera de los otros animales con los que convivimos. 

El límbico, que percibe e interpreta los impulsos básicos del reptiliano y genera las emociones. 

Y la neocorteza, el más recientemente desarrollado, en donde se dan las funciones del razonamiento y la contención de la conducta emocional.

La propuesta de McLean llevó a estudiar y conjeturar cómo estos tres elementos actúan entre sí, y cuál es el que predomina y determina nuestra conducta, con la conclusión de que en el ser humano sin adiestramiento ni disciplina mental, son las emociones las que deciden y el neocortex se limita a justificar esas decisiones.

Esta desalentadora conclusión tal vez explique las al parecer ineludibles estupideces humanas qué, dominados por los cerebros reptiliano y límbico repetimos siglo tras siglo. 

Sírvanos de consuelo saber que la teoría realmente no es nueva, ya hace 2500 años Platón hablaba del alma con la alegoría de un carro alado conducido por un auriga y tirado por dos caballos, uno blanco y uno negro. 

Pero de esos caballos “hablaremos” en la próxima entrega.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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