Déjenme les cuento, mis tres ávidos y entusiastas lectores, que muchas veces el camino que nos depara la vida no es el que uno imaginó en su época universitaria, en donde los sueños estaban pintados de colores y el futuro se veía prometedor.
Créanme por favor que no es que uno ande extremadamente sensible y con el corazón en la mano, pero quiero que sepan que hace justamente un año que inicié este proyecto que me llevó de rebote y sin querer queriendo a Grupo Milenio.
Permítanme regresar un poco en el tiempo para decirles que también en diciembre, pero de hace exactamente hace 23 años, en 1993, escribí mi último artículo para el diario ESTO. No es necesario reconocer que era un maldito mago aporreando teclas, pero eso sí, con harto entusiasmo que les pegaba.
Tuve en Don Ignacio Matus, en Carlos Trápaga y en Don Pancho Lazo, a un tercio de finos maestros del periodismo deportivo. Bastante duros, pero de los cuales aprendí mucho a pesar de mi carácter un poco explosivo.
También quiero que sepan que curiosamente en diciembre, pero de hace un año, nuevamente la vida me llevó por mero accidente a reencontrarme con Rafa Ocampo, director del diario La Afición, quien tuvo la amabilidad de traerme de regreso y llevarme como invitado a escribir una columna semanal. Les prometo que hasta el día de hoy no tengo idea si le ha gustado o no, ¡pero creo que me mantiene vivo por mera cortesía!
Posteriormente tuve a bien conocer a Luis Enrique Gutiérrez, a quien le agradezco mucho por todas las atenciones que ha tenido conmigo. Les puedo decir que él es el encargado de editar esta desagradable telaraña de ideas para que ustedes, los pocos que me leen, puedan digerirla sin mucho problema.
Así que, en esta ocasión, aquí su Charro Negro de confianza, no va a hablar de deportes ni de cómo me hace encabronar la selección mexicana o los Pumas de la UNAM. En este momento quiero dedicar mis líneas para agradecer a Rafael Ocampo, a Luis Enrique Gutiérrez y a todos los que colaboran en Milenio por haberme traído de regreso.
Les prometo que es verdaderamente increíble y también es un privilegio tener voz a través de un medio tan importante, aunque sea solo para convertirme en un hablador incómodo.
Gracias eternas. No hagan caso al ojo Remi.
Twitter: @AzconaMilenio