Las mujeres rurales e indígenas son fundamentales en la protección del medio ambiente y la gestión sostenible de recursos naturales. Son guardianas y transmisoras de sabiduría ancestral, abarcando desde manejo de bosques hasta conservación de especies, producción de alimentos y medicina tradicional.
No obstante, a pesar de su vital contribución y del valor intrínseco que tienen por su relación con la naturaleza y el territorio, han sido relegadas en la toma de decisiones y la implementación de iniciativas de conservación ambiental. Esto se debe a diversos factores como los roles tradicionales de género impuestos, las barreras estructurales para acceder a la propiedad de la tierra, y la falta de reconocimiento y compensación por su trabajo en la preservación ambiental.
En respuesta a esta situación, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el marco de la XV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, propuso sumar una cuarta dimensión de la autonomía de las mujeres, la “ambiental”, además de la física, económica y de toma de decisiones. Esta autonomía se refiere a la capacidad de las mujeres de vivir en un ambiente limpio, sano y sostenible a partir del acceso y control de los recursos naturales y de la distribución equitativa de responsabilidades, costos y beneficios ambientales.
Un ejemplo concreto de la implementación de esta visión es el proyecto "Redes de sororidad verdes" del PNUD en México. Esta iniciativa busca reconocer y valorar el rol esencial que las mujeres indígenas y rurales de comunidades en Chiapas y Oaxaca tienen en la prevención de la degradación del entorno y preservación de la biodiversidad, así como su contribución desde sus espacios de trabajo para alcanzar la sostenibilidad ambiental y promover el equilibrio de los ecosistemas locales.
Las "Redes de sororidad verdes" buscan unir a estas mujeres, fortaleciendo sus prácticas de producción sostenible y mejorando su resiliencia financiera. Esto es fundamental para transitar hacia una economía verde con enfoque de género, especialmente en un contexto de desafíos como el cambio climático y las desigualdades socioeconómicas. La iniciativa también tiene un enfoque holístico que no sólo se centra en la conservación ambiental, sino que busca mejorar las condiciones de vida, la educación financiera y la igualdad de género de las mujeres participantes.
Asimismo, el proyecto contribuye a generar un espacio seguro para que las mujeres reconozcan las desigualdades y violencias que enfrentan, tanto en lo privado como en su labor de custodia ambiental. A través de la reflexión y apoyo entre pares, se promueve un empoderamiento tanto individual como colectivo que busca que se asuman como "Guardianas de la biodiversidad" y que potencie su rol en la protección ambiental y la promoción de políticas climáticas sensibles al género.
En el marco del Día Mundial de las Mujeres Rurales, el PNUD en México hace un llamado a los gobiernos y actores del desarrollo para que los saberes de las mujeres sean incorporados al formular políticas ambientales. También, insta a generar acciones afirmativas y políticas de igualdad que faciliten el acceso de las mujeres a la propiedad de la tierra; y a desarrollar políticas públicas que empoderen a las mujeres en sus cuatro autonomías. Esto, no sólo es esencial para asegurar el éxito de las inversiones en conservación ambiental sino para promover un futuro sostenible y con igualdad.