¿Cuáles momentos, lugares, sentimientos quisiéramos encapsular? Los días finales de septiembre van cayendo como las hojas en el pasto que anuncian el otoño, aún podemos disfrutar en el puerto unos días de playa, sentarse a mirar el cabrilleo del agua jugando con el sol.
Instantes que se congelan en una fotografía, para después de años descifrar quiénes eran los que aparecen en esa imagen, si se imprime, o queda como un click perpetuo en la memoria.
Estamos festejando 200 años de Tampico y, en el mes de fotografía, quise homenajear a un fotógrafo que con su lente observadora narró usos, costumbres, festejos, personajes, intrigas, de un puerto que va cambiando su fisonomía y él como testigo anudó como macramé palabras e imágenes para la posteridad.
En sus Memorias, Alfonso G. Lobato nos cuenta su origen, la raíz, el humus de su juventud, intensa, alegre, llena de aventuras y pasión.
Su narrativa es dinámica, festiva, picaresca, una voz que nos deja el interés, la sed de seguir conociendo más de él y de la técnica que fue desarrollando de manera empírica y después con más investigación y práctica, hasta lograr esas fotografías de estudio, que seguramente muchas familias tampiqueñas aún conservan en sus casas.
Lucero García se encargó de editar esas memorias y anotar un contexto para dar mayor luz al libro.
Fotografías, índices de nombres, de frases, bibliografía, un texto muy cuidado que se disfruta como un buen vino, la charla con los amigos y los recuerdos que habitan en la algarabía de nuestra ciudad.
El texto transmite el filo de la angustia y temple para en la clandestinidad imprimir las fotografías que se le tomaron a José Vasconcelos, en su paso por Cecilia y Tampico, y de inmediato imaginé, que estaría con Antonieta Rivas Mercado, el atrevimiento para enfrentar a la autoridad, realizar el trabajo, y esconder la placa de que hace mención ¿aún existirá? también ser testigo del asesinato de Isauro Alfaro.
Su innata actitud para encontrar trabajos, amigos y buscar los sueños: “cuando vi por primera vez el río Tamesí, y un gran puente de hierro que cruzaba éste, me sentí verdaderamente en otro mundo”.
Carlos Sens inmortalizó a don Alfonso en el Mural del Palacio Municipal de Tampico. Las fotografías recrean un tiempo y un espacio, son cronotopos de amor y vida. Carpe diem.