Han transcurrido casi 600 días sin la posibilidad de que miles de alumnos, docentes y trabajadores de la educación se hayan podido encontrar presencialmente en las aulas debido a la contingencia sanitaria.
Durante todo este tiempo de aislamiento, quedaron múltiples lecciones que se pueden destacar pues la experiencia internacional demuestra que un cierre prolongado de las instituciones educativas puede afectar de forma negativa a toda una generación en el corto, mediano y largo plazo, ya que no solo se provoca la pérdida de conocimiento, sino existe carencia de habilidades sociales y afectivas.
En primer lugar, el confinamiento obligó a que miles de niñas, niños y jóvenes recibieran su aprendizaje a distancia. Si bien una gran cantidad de estudiantes tuvo la oportunidad de seguirse preparando de forma virtual, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) registró que al menos uno de cada tres niños en edad de ir a la escuela no pudo acceder a la educación a distancia mientras las escuelas permanecieron cerradas.
Por su parte, la Encuesta para la Medición del Impacto covid-19 en la Educación del Inegi, casi 1 millón y medio de niñas, niños y adolescentes entre 3 y 18 años no se pudieron reinscribir al ciclo escolar 2020-2021 por causas relacionadas con la pandemia. Asimismo, se ha demostrado que los estudiantes en hogares de bajos ingresos perdieron aprendizaje en materias como matemáticas, mientras que aquellos con ingresos altos lo han mejorado, hecho que abre más la brecha de desigualdad en la educación.
Por otro lado se encuentran las secuelas emocionales que se hicieron presentes durante el encierro obligatorio. La Organización de las Naciones Unidas indica que al menos uno de cada siete niños y jóvenes vivió confinado en su hogar por meses y, como consecuencia, sufrieron ansiedad, depresión y aislamiento. No obstante, las nuevas rutinas y dinámicas familiares han establecido relaciones de apego, mismas que deberán ser atendidas para que en este escenario postpandemia la separación de padres e hijos no genere mayores eventos de estrés y ansiedad.
Aun con lo anterior, el regreso seguro a clases favorecerá el desarrollo cognitivo, emocional y psicológico de las y los estudiantes, fortaleciendo su salud mental como individuos y su convivencia comunitaria.
Apenas en agosto pasado comenzó una estrategia gradual y ordenada de regresos a clases presenciales en Hidalgo en donde se privilegió la apertura de escuelas en aquellos 15 municipios que registraron una baja cantidad de contagios durante ese mes.
En esta semana se suman 20 municipios más al regreso a las aulas, mismos que han mostrado un riesgo epidemiológico bajo tal como lo dieron a conocer las secretarías de Educación Pública y Salud estatales. En total, regresan más de 183 mil estudiantes y casi 10 mil docentes a mil 994 planteles educativos del estado.
No hay duda de que el regreso a clases traerá un nuevo dinamismo y con ellos se reactivará una parte de la economía que también se puso en pausa, beneficiando a la comunidad que convive alrededor de una escuela, como son las tiendas de uniformes, los negocios de útiles escolares, los expendios de alimentos y bebidas, las papelerías y librerías, entre muchos otros que particularmente han padecido el cierre de las escuelas.
No bajemos la guardia y sigamos cuidándonos.
Julio Valera
@jmvalerapiedras