No entiendo la embestida del Presidente contra Ricardo Anaya. Al atacar a su antiguo rival, lo que está logrando es realzar a su principal opositor y debilitar la legitimidad de su lucha contra la corrupción. ¿Qué no recuerda lo que pasó con el intento de desaforarlo en 2004?
López Obrador está logrando algo que parecía imposible: unificar al PAN. El partido lleva tiempo con conflictos internos. Las divisiones han sido tan profundas que han desembocado en rupturas de personajes emblemáticos. Esta falta de unidad ha sido muy perjudicial para el PAN en las elecciones. La defensa de Anaya puede representar una causa común que sirva para alinear al partido.
Estar perseguido por López Obrador también puede resaltar el estatus de Anaya dentro de la oposición como su principal contrincante. Con la oposición fragmentada no existe un candidato evidente que capture al electorado inconforme con el Presidente. La mayoría de los aspirantes a asumir ese papel no son muy conocidos a escala nacional. Anaya ya tenía la exposición y reconocimiento a raíz de su candidatura en 2018. La gran cobertura que se le ha dado a las acusaciones solo ha aumentado su perfil. Basta ver la mayor popularidad que han tenido los videos que ha subido en redes sociales para defenderse.
Por otro lado, el Presidente puede perder credibilidad con el pleito con Anaya. El expediente no parece hacer sentido. Se han identificado una serie de inconsistencias. Las fechas mencionadas y el cargo de Anaya al momento de las supuestas infracciones, por ejemplo, no coinciden con la realidad. Además, parece que el expediente se ha modificado en diversas ocasiones. Ya durante la campaña presidencial Anaya fue perseguido por Peña Nieto solo para salir absuelto. De no llegarse a probar las acusaciones por segunda vez puede generar incómodas comparaciones de López Obrador con su antecesor en el uso faccioso de la fiscalía.
Un problema adicional que veo si la acusación resulta infundada es que puede diluir la legitimidad de la lucha contra la corrupción del Presidente. Si Anaya queda libre —como es probable que suceda—, entonces se cuestionará la solvencia de otros expedientes de corrupción, aun cuando la sustancia en esos casos sea mucho más sólida.
Me sorprende la movida de López Obrador sobre todo tomando en cuenta que ya estuvo del otro lado y salió ganador. Me refiero al intento de desafuero que el gobierno de Fox realizó en su contra en 2004, cuando era el jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal. Ese proceso, que al final resultó fallido, en lugar de desinflarlo, como era la intención, lo fortaleció. El proceso contra Anaya puede tener el mismo efecto. Veremos si no le acaba haciendo un favor.
Julio Serrano Espinosa
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