Estados Unidos ha ido cambiando no solo sus prácticas políticas, sino que ha venido modificando sus estándares y sus patrones de participación política, particularmente para quienes pretenden ocupar la presidencia de ese país. Recordemos el caso del candidato Gary Hart, quien estaba arriba en las encuestas y le armaron un escándalo con una bella chica y tuvo que renunciar a la nominación demócrata a la presidencia, porque su conducta personal fue inadecuada, pues no cumplió con la moralidad exigida para el puesto, porque fue retratado con Dona Rice una bellísima joven, sentada en sus piernas en un yate, siendo un hombre casado, de lo que algunos dicen que fue una trampa montada por los republicanos.
Ahora Donald Trump, pretende ser candidato de nuevo, a pesar de que fue demandado por una actriz porno, Stormy Daniels, quien le prestó servicios sexuales a cambio de dinero que se cargó a “gastos legales”, entre otros 34 cargos. Aclaremos; Trump también es casado como Gary Hart, pero los republicanos, que parecen de moral distraída, lo apoyan.
Esto hace pensar que Estados Unidos, el país que presume de ser líder del mundo libre, cuya autoridad moral proviene de la ética y la honestidad de sus líderes políticos, mantiene ahora un terrible relajamiento moral apoyado en un sistema judicial que fomenta la impunidad e incluso algunos de sus líderes políticos se comportan como en un país neobananero.
El candidato demócrata Joe Biden se retiró de la contienda electoral y la vicepresidenta Kamala Harris, de 59 años, es su posible sucesora, pero hay algo más; ella podría ser la primera mujer presidenta de los Estados Unidos y tiene todo para serlo, pero a ver si no salta alguna liebre. Ya ha conseguido el apoyo de los delegados necesarios para su nominación y Nanci Pelosi, ex presidenta de la cámara de representantes, le dio respaldo.
Los republicanos iniciaron ataques contra Kamala, quien solo dijo “fui fiscal y conozco a los tipos como él”, refiriéndose a Trump a quien ahora quieren convertir en santo, ya que dicen que fue la mano de Dios la que desvió la bala en su atentado, quizá en un símil con Maradona.