El proceso político morenista para elegir coordinador de la cuarta trasformación y particularmente la encuesta final ocupó la atención política en estos últimos días. Ayer se dio a conocer el resultado: Es Claudia.
Seis personas se disputaron este puesto, en una contienda donde deberían mostrar sus capacidades para encabezar a la cuarta transformación, su capacidad para mantener y proyectar una mayor distribución de la riqueza, avanzar en el bienestar social y apuntalar nuestra independencia y autodeterminación.
En realidad todo esto parecía una prueba de capacidades, pero también implícitamente de lealtad, al pueblo de México, al presidente López Obrador y al proyecto de la cuarta transformación. Recordemos lo que decía don Jesús Reyes Heroles: “primero el proyecto, después el hombre”, ajustándonos a los tiempos, diríamos ahora “o la mujer”.
Durante la contienda se realizaron diferentes concentraciones a las que acudieron no solo morenistas sino el pueblo en general. Todo parecía ir bien pero dos de los contendientes desafortunadamente mostraron su verdadera cara y su ambición por el poder y quedó en claro que estos participantes no eran leales a la cuarta transformación ni al presidente de la República, sino que pretendieron imponer su voluntad traicionando los compromisos firmados, e incluso, como propuso Ebrard, desestimar de plano la encuesta.
Así, este ejercicio permitió al presidente de México determinar quién era la persona que mayor compromiso y lealtad tenía con el proyecto, pero que además contara con el carisma y el respeto de los electores. El ejercicio fue exitoso para determinar estas cualidades indispensables para seguir profundizando y avanzando en el proyecto denominado cuarta transformación; claro, como era de esperarse, hubo injerencias externas y también fuego amigo y el resultado más importante es que dos de los aspirantes fueron reprobados en lealtad.