El pasado 7 de octubre me sorprendió saber y ver de la marcha y mitin que jóvenes laguneros integrantes de la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez (FNERRR) efectuaron como señal de protesta por lo que hace el Estado Judío contra el palestino: un genocidio.
Meses atrás había yo acompañado una manifestación de un reducido grupo de personas pro Palestina en la Fuente del Pensador de la Alameda Zaragoza. Apenas acudimos una docena.
Sin justificar el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023 y que detonó con brutalidad el proceder inhumano de Israel, que vuelve a optar por asesinar, arrasar, regodearse desde su soberbia racista y absoluta discriminación, obsesionado en destruir no solo a Gaza sino a sepultar los derechos del pueblo palestino.
No está mal que la presidente Claudia Sheinbaum se haya expresado a favor del reconocimiento del Estado Palestino.
Después de las atrocidades que padecieron por la política antijudía, y que llevaron a la segunda Guerra Mundial, los hebreos encabezados por su primer ministro Benjamín Netanyahu y la ultraderecha israelí, han radicalizado su odio buscando liquidar lo que ellos llaman “la cuestión palestina”.
Sin embargo, en el mundo la masacre y destrucción en Palestina ha logrado que muchas voces se pronuncien contra Israel, incluyendo las cortes Penal Internacional e la Corte Internacional de Justicia.
No podían faltar estudiantes universitarios de Europa, Estados Unidos, Latinoamérica, y ahora de Torreón. Todos condenan la política bélica de Tel Aviv.
¿Qué observamos desde Torreón? El caos de la humanidad.
Un mundo anárquico en el que el odio de unos toda costa trata de exterminar a los otros, a los que consideran menos y a quienes sistemáticamente han agredido desde lejanos tiempos y con guerras interminables en el Medio Oriente.
La línea de lo inmoral se expande: más de 42 mil palestinos muertos, 180 periodistas asesinados, un centenar de personas secuestradas en la llamada Franja de Gaza, sí hay sobrevivientes pero no se sabe de ellos, y son judíos, militares, extranjeros en esa región del mundo; hay cadáveres por todos lados, las bombas israelíes arrojadas en Gaza son a diario, a cualquier hora.
Los bombardeos, ataques por tierra y aire de parte del medio millón de soldados israelíes pese a todo no han logrado acallar a unos –se calcula- 30 mil combatientes árabe-palestinos.
Lo que es una lamentable verdad es que civiles palestinos, niños, niñas, mujeres y ancianos incluidos, continúan muriendo.
Y mueren en sus casas, en las calles, en los barrios, en las escuelas, en los hospitales y en las once universidades que albergaban a 90 mil estudiantes.
La invasión isarelí ha traspasado todo límite del Derecho Internacional y de los Derechos Humanos.
Israel gana enemigos en todo el mundo.
El estado judío se ha extralimitado, está matando a un pueblo que no dejará de luchar por defender un territorio que le corresponde y que, cada vez más está en ruinas, hecho escombro, devastado.
Israel, por responsabilidad de su gobierno y su fijación de aniquilar a Palestina, destruye de forma deliberada cualquier signo de vida árabe palestino.
Crímenes de lesa humanidad programados desde las más altas esferas del poder judío.
Otra vez vemos el sufrimiento de sus pueblos, porque tanto la población israelí como la palestina padecen de la locura de sus líderes.
¿Qué sigue? El futuro se ensombrece.
