Política

Caminar el Centro Histórico

  • Columna de Juan Noé Fernández Andrade
  • Caminar el Centro Histórico
  • Juan Noé Fernández Andrade

Como muchas personas, caminar la ciudad en sus diferentes rumbos es conocerla, descubrir cosas, detalles, particularidades. 

Sus colores y olores son diferentes en cada área, como el color y el olor de la gente. 

De continuo voy a Lerdo y a Gómez Palacio, estaciono mi carro por ahí y comienzo a recorrer sus calles y avenidas, observo su trajín bajo el sol quemante. 

La mayor parte de mi vida la he pasado aquí, en Torreón, en la Laguna.

En una etapa larga, como periodista, fui y vine por todos lados. En el lejano 1983 me trasladaba como fuese posible para realizar mi trabajo como reportero. 

A donde me mandaran a investigar, entrevistar o cubrir alguna información ahí llegaba, el compromiso creo haberlo cumplido. 

Nunca regresé a la redacción de La Opinión ni con las manos vacías ni con mi libreta en blanco. En camión, en taxi, de aventón, o con algún compañero que me daba raid estuve a tiempo, rara vez llegué tarde. Así conocí la ciudad, así las tres ciudades conurbadas. 

El periodismo permite esta ventaja a quienes nos dedicamos a hurgar en la rutina diaria, múltiples ocasiones a deshoras. No importaba, no importó.

El tiempo es el mejor aliado aunque estruje, estrese, y me acompañó después a mi actividad como docente universitario. 

Al principio, estos desplazamientos en camión me dieron otros matices de recorrer Torreón y Gómez Palacio. 

Otros rumbos, otras calles, otras banquetas, otros sonidos, otras personas, otras formas de comunicación. 

Las mañanas muy tempranas y las tardes y noches me hacían pensar más, escribía otras ideas en mi cabeza. 

Los panoramas seguían siendo muy diferentes y diversos a mis años transcurridos antes de llegar a la Laguna.

El periodismo ochentero, se hizo de otra forma. 

Era, fue más trabajo, más interlocución directa y personal con las fuentes, con las y los interlocutores, otros conceptos, otro lenguaje, otros estilos ilustraban las notas, otros trazos lingüísticos generaban las piezas periodísticas. 

Teníamos más espacio, más libertad. Había una entrega periodística simple, llana, también de conveniencias y arreglos, pero definitivamente más auténtica, sin poses de divinidades en y desde los medios. 

Hoy, esto ya no es posible.

Por eso, aparte de esta columna en Milenio Laguna, donde agradezco el espacio ya de varios años dando cabida a “Sábado”, alimento mi computadora con anotaciones de lo que veo en Torreón, lo que palpo en el llamado Centro Histórico, el área más abandonada por las autoridades municipales, digan y manifiesten lo contrario. 

Podríamos ahondar en el estado actual de la Plaza de Armas, a la que solo acude la gente de las colonias del poniente. Lo emblemático del centro se ha venido perdiendo.

Nostálgico, acudo al centro. 

Me agrada pese al hacinamiento de todo lo posible y lo impensado en las avenidas Juárez e Hidalgo. 

Ahí sudo Torreón, a su gente, a sus vendedores ambulantes, a sus negocios de ropa, zapaterías, regalos y artículos de belleza, las estruendosas bocinas que aturden y enloquecen, a sus merolicos, a los ruleteros y taxistas, sus peluquerías, sus mujeres prostitutas en determinados espacios, a sus enfermos mentales, sus parias, sus rincones malolientes. 

De este mundo de gente anónima, muy poca, casi nadie, entra a los museos, a los teatros. 

No les interesa, no les llama. No son invitados.

Lo emblemático solo son recuerdos.

Falta que las autoridades municipales, el alcalde, los regidores, los funcionarios, las y los verdaderos cronistas e historiadores vayan al centro, convivan ahí, huelan y suden Torreón, se acerquen a la gente, a la raza. 

Canten y bailen con en la Plaza de Armas, se tomen un agua celis, un cuadro de nieve, un duro con salsa, un vaso de elote, se boleen su calzado, lean el periódico o una revista o cuando menos acepten platicar con esas personas.

La historia que nos precede y de hoy pertenece a la ciudad, a toda la gente, no a un trienio o un grupo, ni siquiera de la academia.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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