Política

Eso sí fue un debate

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  • Eso sí fue un debate
  • Juan Ignacio Zavala

El debate por la presidencia estadunidense me dio verdadera envidia. Se trató de un foro interesante, atractivo, a pesar de que duró 90 minutos. Sin duda, lo hizo interesante lo cerrado de la contienda, la amenaza mundial que representa Trump y la mala racha que llevaba Hillary Clinton, todo eso lo convirtió en un encuentro definitorio.

Ambos llegaron preparados, ella más que él. Lo cual deja en claro que por más ducho que sea alguien para los debates, una gran parte del éxito es el entrenamiento a fondo. Hay que hacer notar que durante 90 minutos ambos estuvieron en las cámaras de televisión. Hubo canales que dividieron la pantalla todo el debate, de tal manera que uno podía ver las reacciones en la cara de los candidatos ante los comentarios y ataques del contrincante. Permanecer con el gesto ecuánime ese tiempo no es cualquier cosa. En México los debates son lo más acartonado que hay. Son tomas fijas sobre un candidato, como si se tratara de un spot. Y se usan 90 minutos para meter a ocho candidatos con sus monólogos.

Tanto Hillary como Trump recurrieron en pocas ocasiones a sus apuntes, más para anotar algo que para consultar sus respuestas. Hablaron fluido sobre los temas. Trump se hacía bolas en sus largas intervenciones. Hillary lo dejaba hablar lo que quisiera para evidenciar que es un merolico. En esto jugó un papel determinante el moderador, pues no estaba sujeto a nada más a señalar los tiempos de cada candidato —como sucede en México—, sino que repreguntaba y forzaba respuestas. En nuestros debates, en lugar de exponer sus planteamientos, contestar sus ataques, les da por llevar fotos de casas, ampliaciones de periódicos, como si estuvieran descubriendo la ley de la gravedad, suplen sus carencias retóricas con supuestas evidencias gráficas.

Quizá parte del éxito es que los debates los organiza una Comisión de Debates Presidenciales. Un ente que no controlan los partidos políticos. Es una organización que, aparte de organizar los debates presidenciales, fomenta esta cultura entre las universidades. En su consejo, por supuesto, hay personajes que se
han dedicado a la política, a los medios. Son ellos los que deciden los formatos. En México se le da la responsabilidad de organizarlos —es un decir— a los institutos electorales. Los partidos ponen todo tipo de trabas para que sus candidatos no queden expuestos en sus limitaciones o exhibidos en su pasado. El resultado es un brutal somnífero que no sirve ni a los candidatos ni a los electores.

El lunes pudimos ver a dos candidatos diametralmente diferentes, exponer a su estilo sus ideas y diferencias. Fue la oportunidad de verlos tal y como son. ¿Es mucho pedir organizarlos así en México?

Twitter: @juanizavala

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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