Es necesario preguntarnos: ¿Hasta dónde llegará Santos? Su maravilloso torneo, asombrando a propios y extraños, obliga a cuestionarnos, aunque suene a herejía, que si lo hecho y logrado en este medio semestre, es de su propiedad.
Tuvo que arman cuidadosamente un rompecabezas que entre varios habían despedazado.
Lo que poco a poco construyó se fue solidificando con un par de victorias en patio ajeno y una sorpresiva actuación en el mismo Estadio Azteca poniendo contra la pared al dueño de tal casa.
Esa casi maravillosa noche le avisó al Santos que su futuro estaba presente, que sus ideales tenían permiso para soñar en grande aunque las complejidades se hicieran presentes.
Todo se le iba a permitir siempre y cuando fuera congruente como al principio del torneo no lo fue.
Sin Lozano, sin Dória, sin el antiguo Preciado, sin Torres y hasta sin Hugo Rodríguez todo parecía ser caos.
Sin mucha gente en el estadio local en algunos partidos, sin todo eso, el futuro lo alcanzó y le vino a avisar que tenía permiso para más y mejores logros.
Y este Santos respondió de manera humilde y con creces.
Pero… ¿Su futuro, hasta dónde llegará?
Imposible responder con certeza. Lo único verdadero es su buen lugar en la tabla general, sus actuaciones ganadores, la solidaridad entre ellos y el pundonor que han ofrecido. Con eso basta para poder confiar.
Las sorpresas en liguilla suceden y se aparecen a favor o en contra de cualquiera. Santos no estará exento a esto que suele ser traicionero.
Todavía puede realizar más travesuras lo cual significaría que el futuro lo alcanzó.