El novelista español Javier Marías ha dejado constancia de las casi íntimas vidas de los más importantes escritores (una rigurosa selección, así lo dice él) en su libro Vidas escritas (Punto de Lectura, Madrid, España, 2002), en el que nos encontramos con verdaderas estampas literarias, breves, como aquellas hagiografías tan populares en la Edad Media.
A pesar de que la edición ya tiene tiempo circulando ―diríase que ahora es ya inexistente en el mercado— su contenido no ha perdido vigencia; al contrario, es una reunión de retratos del alma, las obsesiones, las neurosis de los escritores que han vivido como cualquier otro humano: espejos donde nos reconocemos. Recrear su paso por el mundo ha sido —para Javier Marías— la búsqueda de lo verdaderamente humano.
Una constante aparece en algunas Vidas escritas: autores de escasa obra pero que se convirtieron en clásicos; otros que guardaron silencio y no volvieron a escribir, otros más de incansable escritura. Trágicas existencias casi todas: enfermedad, escándalos, cárcel y pobreza, sin faltar aquellos que a punto de quemar sus manuscritos, aparece una sombra benéfica para salvarlos…
“Veinte genios de la literatura resucitan en estos retratos irónicos que parecen cuentos: la más divertida, melancólica y fascinante invitación a leer”, se explica en la cuarta de forros.
Entre ellos William Faulkner, Isak Dinesen, Henry James, Arthur Conan Doyle, Malcom Lowry, Oscar Wilde, Arthur Rimbaud, Violet Hunt, Vladimir Nabokov, etcétera.
Javier Marías: “La elección (…) fue arbitraria, tres norteamericanos, tres irlandeses, dos escoceses, dos rusos, dos franceses, un japonés, una danesa, un italiano, un alemán, un checo, un polaco, un inglés de la India y un inglés de Inglaterra”.
No se emiten juicios sobre las obras de los autores, no hay conclusiones, no hay, no hay ornamentos. Eso demuestra la honestidad intelectual de un creador como Javier Marías quien ha literaturizado las ejemplares vidas de grandes escritores.
