Debiera haber agregado al título el “íntimo” pero me vino a la memoria que en una conferencia que intituló mi amigo René Avilés Fabila “La autobiografía como género literario” dijo que nadie se atreve a escribir la verdad de lo que se guarda en su interior. René Avilés Fabila murió el 9 de octubre de 2016, ya pronto habrán transcurrido dos años. En agosto de ese mismo año hablé de su obra, celebrando que su novela “Los juegos” había cumplido 45 años de la primera edición. Viajamos en un vuelo de una línea comercial que él mismo calificó como “chafísima” y, más o menos por el mes de septiembre, vino a esta ciudad pero me aclaró que no deseaba ver a nadie porque un poeta paleta payaso andaba declarando en los medios que su museo personal (el que conservaba una capa de Juan José Arreola y la primera máquina de escribir de Carlos Monsivaís) ya era propiedad de una preparatoria de la universidad.
Entonces nos fuimos a comer a una alejada zona de angelópolis, me habló del texto que publiqué en la revista Siempre! acerca de otra de sus novelas e hicimos una sobremesa que habrá durado un par de horas.
No me estoy anticipando a la conmemoración de los dos años de su muerte. Estoy celebrando que un día como hoy, hace dos años, volví a hablar de “Los juegos” (lo hice en el Paraninfo cuando la novela llegó a los 40 años de la edición primera) y estoy rememorando en estas líneas el grandioso humor de Avilés Fabila.
Hoy una colección editorial de la UAP lleva su nombre pero está más que abandonada desde que se mal proyectó: una colección dentro de Asteriscos pensada para editar a los jóvenes creadores de México.
A René Avilés lo conocí siendo yo un joven estudiante de secundaria. Lo vi en una lectura que dio y, luego de una charla con el público, crucé algunas palabras con él y me dedicó un ejemplar de “La lluvia no mata las flores”.
Dejé de frecuentarlo un buen tiempo y lo reencontré una vez que José Luis Naval me invitó a festejar que su Revista Bulevar había llegado a su décimo aniversario. René Avilés estuvo en la misma mesa, en la Escuela Libre de Derecho.
Ni cómo olvidarlo.
Invitado por la Secretaría de Cultura después, hizo reír a un abarrotado auditorio en la sala José Luis Rodríguez Alconedo de la Casa de la Cultura con un tremendo anecdotario que se anunció así, “La autobiografía como género literario”. En realidad por su labor periodística conocía a fondo los pormenores de bastantes personajes de quienes habló sarcástico como sólo él sabía hacerlo.
¿Cómo se le ocurrió a Emmanuel Carballo convocar a escritores de 27 años a narrar para su editorial Diógenes una autobiografía?, era la pregunta obligada al entrar al tema.
A René Avilés lo tengo como uno de mis primeros maestros, siempre generoso me resaltaba los obvios errores y gazapos de mis inocentes escritos.
Saludos, René, “La lluvia no mata las flores”.
jgsampe@me.com