Conocí a Gerardo Fernández Noroña hace más o menos 10 años, en los albores de la consolidación del Movimiento de Regeneración Nacional, en ese entonces, jamás le hubiera cruzado por la mente que alcanzaría la posición más importante de su vida política:
La Presidencia de la Cámara Alta, el máximo escaño legislativo de este país.
En ese momento (y en todos, pues) Fernández Noroña era incendiario, insurrecto, arrebatado, de cierta forma pendenciero, pero siempre con una retórica muy bien armada, una que ha forjado durante 37 años de experiencia en la izquierda mexicana.
Yo de cierta forma y en mucha menor medida y aprendizaje, igual.
Lo entrevisté en un programa de radio que en ese entonces transmitía por Hits 93.1 de FM, la charla
no se logró porque ambos gritábamos, fue un ejercicio fallido por los ímpetus de ambos.
Casi una década después de ese encuentro, ayer volví a verlo y 10 años, son 10 años.
Encontré a un hombre sí con ese espíritu indómito, pero que ya probó las "mieles" del poder, ya estuvo en el trono y las facultades que el acto conlleva, definitivamente lo atemperaron.
No concuerdo con él en varios aspectos, pero es importante reconocer que se trata de un hombre que sabe el "teje y maneje" de la política en nuestro México recién transformado.
Hay temas que naturalmente no concuerdan con su discurso: la "casota" de 12 millones de pesos en Tepoztlán, Morelos y su conveniente congruencia con la austeridad republicana a la que se aferra con uñas y dientes.
Ahora no coincide completamente con la "justa medianía", dice que el que puede comprarse una "casota" y un carro, puede, él puede y que si por la oposición fuera, andaría en calzones de manta y comiendo en el mercado (jajajajaja).
Quiso "incendiar" la entrevista, pero no lo dejé, me interesaba más dialogar con "el personaje" que gastarme el tiempo discutiendo ideologías en las que posiblemente nunca coincidiremos. Divertido.
