El escritor argentino Jorge Luis Borges sentía un amor profundo por las enciclopedias. Desde muy niño tuvo la oportunidad de estar en contacto con ellas. Gozaba de pasar horas enteras en ese laberinto de información, algo que en el futuro habría de influir en la producción de sus obra. No fue el único, otros escritores nacidos a finales del siglo XIX y primeras décadas del XX, otros escritores declaraban hacer lo mismo. Por eso a esas generaciones se les identifica como enciclopédicos. Pero además de literatos, su popularidad abarcó a personas de todas las profesiones y oficios que las consultaban. En una época previa a la internet tener una enciclopedia en casa representaba un privilegio, porque se tenía la información al alcance de la mano. Su venta de puerta en puerta con facilidades de pagos permitía que muchas familias se hicieran por lo menos de una para que sus hijos no tuvieran que ir a la biblioteca, si es que existía una en su población.
Una de las enciclopedias más famosas en lengua inglesa es la Británica, con sus enormes y pesados 32 volúmenes que estuvo en el mercado mundial hasta el 2012, dando por terminada una trayectoria histórica de 244 años. ¿Cuántos estudiantes no se alimentaron de sus páginas? ¿Cuántos premios Nobel han manifestado elogios como los de Borges a este prontuario? En lengua española existen varias enciclopedias que fueron muy importantes, aunque sin duda la más referida es la Enciclopedia Universal Ilustrada Europea-Americana, conocida como Espasa, con sus 72 volúmenes -otros autores señalan que son más-, y que marcó todo un hito a lo largo del siglo XX. Pero los tiempos cambian, y entre 1999 y el 2000, apareció el formato CD-ROM, que vino a facilitar el manejo de la información contenida en esos enormes volúmenes alineados en los libreros. Aquello representó un duro golpe al mundo editorial de este tipo obras, porque ese pequeño disco permitió hacer más fácil la búsqueda de cualquier dato, dando solo un click en la computadora. Aunque en Europa y los Estados Unidos el desuso de las enciclopedias fue casi inmediato, en nuestro país tardaron todavía algunos años en desaparecer del mercado comercial, principalmente porque algunas bibliotecas, y sobre todo centros educativos continuaban adquiriéndolas. En cambio, las ventas en el sector público disminuyeron en un alto porcentaje. En la actualidad nadie se acuerda de los CD-ROM, una innumerable cantidad de enciclopedias virtuales en todos los idiomas se pueden consultar en la red, aunque muchos internautas siguen prefiriendo Wikipedia: la información instantánea aunque fragmentada, o con errores. Se dice que las enciclopedias son un asunto del pasado, y que no hay tiempo para consultarlas. Aun así, en varios sitios de internet se siguen vendiendo, algunas con precios muy elevados, como una Espasa que está en casi 300 mil pesos. Una locura. Sin embargo, quien las adquiera debe ser porque tiene mucho dinero y quiere exhibirlas, o porque lo invade la nostalgia; o simplemente porque considera que nada se compara al acto de sumergirse en la sabiduría de sus páginas.