Sociedad

Votar en libertad

Y llegamos al 02 de junio de 2024. En nuestra nación se celebrarán las elecciones federales y las estatales concurrentes. En algunas entidades seis boletas a disposición de las y los electores, en otras cinco; y en otras solo tres. Cualquiera que sea el rincón de la geografía nacional habrá una casilla preparada para recibir la voluntad de las y los ciudadanas (os) para elegir a quienes los partidos políticos, -por si solos o a través de coaliciones- han propuesto para integrar el Congreso de la Unión con diputadas, diputados, senadoras y senadores; el Ejecutivo federal (presidenta o presidente de la república) y gobernadores o gobernadoras en nueve estados, así como diputaciones locales y munícipes.

Miles de años de luchas y anhelos de la humanidad, concentrados en un solo día; en una sola jornada de votación, para que nuestro sistema democrático de acceso al poder, -la elección y sus votos-, vuelva a demostrar que sigue siendo la menos mala de las formas estatales de participación ciudadana y ordenación política, como decía Winston Churchill.

Condensando así las grandes revoluciones contra las monarquías absolutas, las luchas independentistas, las luchas por los derechos políticos y civiles de las grandes mayorías oprimidas por la fuerza, y de las minorías ignoradas en sociedades cerradas al cambio, así como las luchas igualitarias de las mujeres por el sufragio, de los pobres sin títulos nobiliarios, sin patrimonio ni educación [que eran requisitos para votar hasta hace cien años en muchos países] y que limitaban, o de plano prohibían, el acceso a la gran fiesta democrática.

Votar, y que ese voto valga lo mismo para el rico que para el pobre, para el culto y el educado, como para el inculto y analfabeta. Mujeres y hombres votando sin títulos de nobleza, con y sin patrimonio. Pagando o no impuestos (al final todos lo hacemos) pero formando parte del entramado cívico-político de nuestra sociedad.

Todo esto es algo que ha significado miles de años de evolución, desde su original nacimiento en la “polis” de Atenas, Grecia. Hoy hemos llegado al gran día de una jornada democrática más en este país. Con mujeres y hombres candidatas (os) con sus asegunes, sus limitaciones; y toda la carga de guerra sucia y violencia que vimos y escuchamos en las campañas políticas.

Al final, concentrado en las diez horas en que las casillas estarán abiertas (pero que podrían extenderse), se recibe la voluntad de los (y las) ciudadanos y ciudadanas. ¿Y qué es lo importante de todo esto? Algo muy simple y portentoso a la vez: votar en libertad. Que nuestra voluntad sea real y genuina, sin ninguna coacción de poder o económica. En la soledad de la mampara donde habremos de votar, cruzando o palomeando la opción por la que nos decidimos desde hace meses o tan solo unos minutos antes de entrar al lugar de la casilla, NADIE nos debe decir por quién sí o por quien no hacerlo. Está es una decisión personalísima de los y las que acuden a la urna a manifestarlo en la boleta.

No dejemos que, bajo las presiones del miedo, los intereses mezquinos o los intereses económicos se doblen nuestra conciencia o nuestra voluntad. Votar en libertad significa que cada quien se exprese y lo haga como le dé su “regalada” y libre VOLUNTAD. Nada de que “me temo, me recomendaron, me dijeron, me regalaron, me pagaron o me obligaron”. En estas circunstancias el voto no es libre y más valdría entonces no ejercerlo.

Esto último es lo sobre lo que versa la obra, de la cual alguna vez hablé aquí en esta columna, autoría de José Saramago titulada “Ensayo sobre la lucidez”, en donde al no tener opciones políticas, en la novela la población entera de un país decide dejar en blanco las boletas electorales, imaginando un caso extremo de la democracia: no percibir opciones con las cuales identificarnos.

Ojalá y que el espectro de las opciones políticas sea suficiente para que el electorado sienta identificación y aliciente para participar en la conformación de la representación política, y así los principios rectores del sufragio estén vigentes una vez más. Que se exprese de manera universal, libre, directo, secreto, personal, e intransferible. Y al mismo tiempo se convierta en ofrenda que simbolice y condense las luchas y anhelos de miles de personas que, a lo largo de miles de años de historia humana, han luchado por convertirlo en realidad en el momento presente: VOTAR EN LIBERTAD. 

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José Luis Castellanos González
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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