Sociedad

Catarsis Nacional

Vivimos estos tiempos en catarsis. Lo que quiere decir según la Academia de la Lengua: “efecto purificador [lo dudo] y liberador que causa la tragedia en los espectadores suscitando la compasión, el horror y otras emociones”. No deja de ser impresionante, maravilloso, extenuante y aturdidor, el ejercicio democrático electoral que estamos viviendo. Estamos en pleno siglo XXI, en su primer cuarto, y la democracia temprana mexicana; que arrancaba en algún momento a fines de los noventa y se consolidaba a principios de este siglo, empezó a hacer sus pinitos con órganos electorales ciudadanos e independientes, y condiciones equitativas para la contienda política. Tardamos tanto tiempo debido a que nuestro país no se ha caracterizado en su historia independiente por ser un modelo democrático, sino todo lo contrario, al estar nuestra historia patria llena de caudillos, caciques, hombres fuertes y dictadores, la mayoría de las veces con base en las armas.

Pero en este año 2024 resulta que el ruido democrático-electoral es aturdidor y fantástico. ¡Todos contra todos y sálvese quien pueda! Pero lo más increíble de esto es que alguien pueda creer lo que se dice; unas y unos se tildan a otras y otros, -o asimismo- lea usted con calma por favor [y voy a obviar el lenguaje inclusivo para no hacer tan cansada esta narración] de: corruptos, tranzas, borrachos, narcotraficantes, delincuentes, deshuevados (y hasta se los prestan), de tener ovarios como toronjas, mentirosos, incumplidos, rateros, trácalas, ventajosos, pendejos, huevones, soberbios, atados a un pasado corrompido, o destructores del futuro; que no comprenden a los jóvenes –pero tampoco a los niños, a los adultos, ni a los viejos, jajaja-; promotores o encubridores de la violencia y de delincuentes, miembros o patrocinadores de cárteles de muy diverso tipo.

Y el catálogo sigue: acosadores, violentadores, hacedores de patrimonios mal habidos, jubilados precoces con pensiones doradas, vendepatrias, traidores, ignorantes, fachos, fifís, morenacos, chairos, pervertidos, promotores de asesinos, sicarios y de grupos delincuenciales, lavadores de dinero, atracadores o destructores de los programas sociales, difusores de noticias falsas -ninguna verdadera o solo a medias-, retrasados mentales, genios para las tranzas, y ya no sigo porque se llenaría la columna.

¿Será posible esto? ¿Degradada a estos niveles la política y la esencia cívica nacional? ¿Es esto lo que las ciudadanas y ciudadanos esperamos de la democracia y nuestros representantes? Que dizque se digan sus verdades (que nadie comprueba), y que un “jingle” de una canción pegajosa termine arrastrando a miles de gentes a preferir a un candidato; pero por otro lado se use la misma tonadilla en otro “jingle” que circula en redes para mentarle la madre en contrapartida.

¿Es esto lo que la democracia aporta al desarrollo del país? Hombres y mujeres candidatos y candidatas de sus partidos que ofrecen propuestas nada serias, y sin fundamento en cifras presupuestales de ingreso-gasto, que de plano se pierden en la selva de insultos y agresiones que muchos (as) disfrutan [¿disfrutamos?] escuchando y viendo en los medios, los debates y las redes sociales.

Debates que no sirven para dar una idea de nada, sino simplemente ver quién es el más peleonero (a) de todos (as). El más fajador (a). El (o la) que ataque más a la (o el) contrincante ¿Será el box, lucha libre, karate, kung fu, o judo de las ideas y propuestas políticas? O lo peor, que el desdén sea tan infinito que no vayan a los debates –como ocurre con Juan José Frangie, candidato de Movimiento Ciudadano en Zapopan, Jalisco; que no fue a ninguno de los tres- donde entonces los rounds de sombra permiten situarse por encima de los otros dos candidatos, y los electores importan un bledo para conocer las propuestas, y suponer que “el bueno soy yo, porque yo lo digo, y por eso no acudo”.

Algo está fallando pasmosamente. Nuestra democracia en lugar de avanzar va de reversa, como los cangrejos. Y todavía faltan la jornada electoral, la calificación de la elección y la fiscalización de los recursos utilizados por partidos y candidatos en la contienda. Un cofre del tesoro que redunda en la ignominia, cosas no vistas ni escuchadas antes. Así, ¿las próximas elecciones de 2027 serán ya de trompadas y cachetadas? ¿Habrá reglas para ello? ¿Se atreverán los legisladores (as) a normar y legalizar esto, o en su caso la reflexión, la cordura y la razón harán que retomemos el camino de la legalidad y del civismo?

Más preguntas que respuestas. Pero en todo caso, la catarsis política nacional que estamos viviendo ojalá no sea contagiosa, y terminemos tratando así a nuestros vecinos, compañeros y prójimos. Porque en lugar de ser ejemplo de conducta honesta y civilizada, muchos de nuestros candidatos y candidatas (no todos ni todas, obviamente) se han convertido en muestra de lo contrario: un claro y lastimoso ejemplo de lo que no debemos, ¡ni de chiste!, pretender ser.


Google news logo
Síguenos en
José Luis Castellanos González
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.