Política

El problema con las 'corcholatas'

El Presidente, Adán Augusto López, Claudia Sheinbaum, el cardenal Pietro Parolin y Marcelo Ebrard en abril pasado. AFP
El Presidente, Adán Augusto López, Claudia Sheinbaum, el cardenal Pietro Parolin y Marcelo Ebrard en abril pasado. AFP

Con el destape de candidatos sucede algo parecido al destape de una botella: útil y necesario con aquella que va a ser utilizada, pero un desperdicio con las que se abren de oquis. Hay pocas cosas tan inútiles como una cerveza o una Coca Cola sin gas.

En nuestro sistema presidencialista el ganador toma todo y el perdedor se queda en ceros. El panteón político de nuestro país está sembrado de las tumbas de ex candidatos presidenciales derrotados, que no pasaron precisamente a mejor vida: Francisco Labastida, Roberto Madrazo, José Antonio Meade, Ricardo Anaya, entre otros. Transitaron, de aspirantes al trono a, en cuestión de horas, quedar en la más absoluta obsolescencia. Lo dicho, una coca sin gas.

En todos estos casos se trata, es cierto, de candidatos de partidos que no consiguieron el poder. Tendríamos que preguntarnos qué podría suceder cuando los destapados pertenecen al movimiento político que presumiblemente conseguirá ganar las elecciones, como es el caso de Morena en 2024. Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López. En teoría solo uno de ellos estará en la boleta presidencial, el resto habrá sido destapado en vano (en otro momento revisaremos la posibilidad de que alguno de ellos pudiera presentarse por otro partido).

En otro texto describí las ventajas que el obradorismo obtenía por el mero hecho de lanzar las precampañas casi un año antes que el PRI y el PAN. 1.- Testear el producto: Una de las peores tragedias que puede tener un presidente es optar por un personaje que luego se desplome frente al electorado. Permitir que los tres preelegidos se placeen por todo el territorio durante meses, le permitirá al mandatario conocer la reacción que genera cada uno de ellos entre la opinión pública y conocer, de antemano, si alguno de ellos resulta “intransitable”. 2.- Valorar la capacidad presidenciable de cada uno. AMLO no solo tiene que asegurarse de que el candidato elegido garantice un triunfo en las urnas, tanto o más importante es que luego se convierta en un presidente apto para continuar su proyecto. Meterlos a la precampaña, le permite verlos por todo el país en interacción con problemas de agricultores, ganaderos e industriales, sectores medios, padres de familia agraviados, empresarios locales, etc. 3.- La lista de dos se convierte en tres. Una encuesta de opinión es en realidad un sondeo de popularidad y en ese sentido Sheinbaum y Ebrard llevan enorme ventaja a Adán Augusto López, prácticamente un desconocido a mar abierto. Dentro de un año, las precampañas podrían haber subsanado ese problema y el Presidente estaría en condiciones de optar entre tres alternativas factibles y no solamente dos, como es el caso ahora. 4.- Tomar ventaja sobre la oposición. Mientras el PRI y el PAN buscan debajo de las piedras posibles figuras y se embarcan en interminables conjeturas sobre los criterios para elegir un candidato unitario, los de Morena, para efectos prácticos, habrán tenido un año más de trabajo de campaña. Esas son las ventajas (el texto completo puede consultarse en MILENIO, 14 de junio (shorturl.at/aDILS).

Sin embargo, la audaz estrategia de López Obrador con este temprano destape no está exenta de riesgos. El mayor de ellos, me parece, es el efecto devastador que pueda tener el fuego amigo. Pese a los continuos exhortos de parte del propio Presidente y del líder formal de Morena, Mario Delgado, a evitar los golpes bajos, no podemos ser ingenuos. Se trata de un juego de suma cero: lo que pierde uno, otro lo gana, y lo que está en disputa entraña, nada más y nada menos, que el trono o el exilio. Tampoco debemos ignorar que ese fuego amigo puede ser infinitamente más dañino que el de la competencia. La información que cada uno de ellos pueda tener de los trapos sucios del otro, reales o presuntos, es un peligro que no puede soslayarse. En el peor de los escenarios estas batallas podrían inhabilitar de plano a alguno de los candidatos, como ya sucedió en el caso de Guerrero con la pre candidatura de Félix Salgado Macedonio, víctima de la guerra sucia desatada, se afirma, por un competidor salido de sus propias filas.

Aun sin ser un ataque capaz de torpedear por completo las aspiraciones de alguno de los contendientes, doce meses de desgaste e intercambio de golpes bajos podría afectar la imagen de Morena en su conjunto. El Presidente, desde luego, intentará por todos los medios que la competencia no derive en luchas fratricidas. Pero el asunto no siempre reside en las manos de los propios precandidatos. Los equipos que rodean a cada contendiente también se están jugando su futuro político. Tienen los medios y los márgenes para, de motu proprio, filtrar información dañina contra los rivales de su jefe.

El fuego amigo no es el único riesgo, aunque sí el más importante de esta competencia entre corcholatas. Existen otros tres posibles daños colaterales. Primero, que las ansias para promoverse les lleve a cometer excesos que por su frecuencia o intensidad generen sanciones graves, e incluso inhabilitantes, por parte de la ley electoral, como ya sucedió en el caso de candidatos a gubernaturas bajados de la competencia. Segundo, la pérdida de eficacia para cumplir las responsabilidades hoy encomendadas. Recorrer el país no solo consume tiempo de los titulares sino también de sus equipos de confianza. Sobre todo en el caso de Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, toda vez que Cancillería y Alcaldía, respectivamente, son ajenos a las actividades que reclama el balconeo en las regiones. Es decir, para AMLO hay ventajas en meterlos a la pasarela, pero eso opera en detrimento de la propia necesidad del Presidente de que la 4T sea lo más eficiente posible. Y tercero, ponerlos a competir de manera tan prolongada aumenta la posibilidad de que terminen mutuamente lastimados por agravios difíciles de perdonar. Eso significa que el grupo triunfador tendrá dificultades para incorporar elementos de las corrientes derrotadas, con el consiguiente empobrecimiento de los cuadros profesionales capaces del gobierno de la 4T, que de por sí no abundan.

En resumen, las ventajas y desventajas de estas batallas anticipadas lanzadas por López Obrador están a la vista. Dentro de un año sabremos cuál es el balance de esta arriesgada apuesta. 

Jorge Zepeda Patterson

@jorgezepedap

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  • Jorge Zepeda Patterson
  • Escritor y Periodista, Columnista en Milenio Diario todos los martes y jueves con "Pensándolo bien" / Autor de Amos de Mexico, Los Corruptores, Milena, Muerte Contrarreloj
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