Política

La casa de los abuelos

Uno de los momentos más tristes llega cuando se cierra para siempre la puerta de la casa de los abuelos. Y es que al cerrarse esa puerta, finalizamos los encuentros con muchos miembros de la familia, que -en ocasiones especiales- cuando se juntan, enaltecen los apellidos como si de una familia real se tratase. Al cerrar la casa de los abuelos, damos por terminado las tardes de alegría con tíos, primos, nietos, sobrinos, padres, hermanos, e incluso, novios/as pasajeros/as, que se enamoran del ambiente que allí se respira.

No hace falta salir a la calle; estar en la casa de los abuelos es lo único que la familia necesita para ser feliz.

De los reencuentros en Navidad -que cada año piensas si será la última vez- cuesta aceptar que tengan fecha límite, que algún día todo estará cubierto de polvo, y que las risas serán recuerdos idos de tiempos mejores.

Las casas de los abuelos siempre están llenas de sillas, nunca se sabe si un familiar traerá al/la novio/a, a un amigo/a o al vecino, porque ahí... todos son bienvenidos.

Cerrar la casa de los abuelos es decir adiós al canto de la abuela y a los consejos del abuelo, a reír por una tontería o llorar por la pena de los que se fueron.

Es despedirse de la emoción de llegar a la cocina, destapar las ollas y disfrutar el plato del día. Si un día tienes la oportunidad de llamar a su puerta y alguien te abre, ¡aprovéchala!

Porque entrar ahí es imaginar ver a tus abuelos sentados esperando para darte un beso, y tener la sensación más maravillosa de la vida.

Si ahora nos toca ser abuelos, y nuestros padres ya no están, no perdamos la oportunidad de abrir las puertas a nuestros hijo/as y a nuestros nieto/as, y celebrar juntos el don de la familia.

Disfruten y aprovechen la casa de los abuelos mientras puedan, pues llegará el momento que, en la soledad de sus rincones y paredes, si cierras los ojos y te concentras, tal vez podrás escuchar el eco de una sonrisa o un llanto atrapado en el tiempo.

Y al abrirlos de nuevo, la nostalgia te atrapará, y te preguntarás, ¿por qué se fue todo tan deprisa?

Y será doloroso descubrir que no todo eso se fue... solo que lo dejamos ir. Autor anónimo.

Amigo lector: usted, ¿qué opina? _

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Jorge Reynoso M.
  • Jorge Reynoso M.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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