
Incultos, ignaros, ignorantes e inmunes, los militantes de la supuesta transformación de México aprovechan el verano para viajar y dudar incluso de la palabra “lujo”. Poco importa si la Presidenta de México subraya la mancillada vocación de Benito Juárez que marcaba como axioma aquello de que “no puede haber gobierno rico con pueblo pobre” y en descarado desentendido los paladines de la hipocresía se sirven a destajo las cucharadas de soberbia y arribismo que ellos mismos vituperaban cuando usaban mezclilla y huipiles baratos.
Hay que reconocer que corren el riesgo de ser expulsados de las piscinas de cinco estrellas por los hongos en las uñas de gavilán de sus patas callosas y tiene valor el ínclito individuo que se aventura un viaje lujoso a Tokio quizá para influir en la posible inscripción de su hermanastro en la real academia de luchadores de sumo y en el fondo, da cierta lástima de ternurita ver cómo se alza el ego un advenedizo que ya logró comprarse un camionetón de lujo, viajar en primera clase con mantita incluida y colarse al Vaticano como detallazo piadoso. Tiene mínimo mérito e incongruente empeño que los improvisados enriquecidos por las mentiras del poder intenten clonarse en lo que no son: que un banquero se gaste sus fortunas en un yate o que un empresario millonario de veras ostente relojes invaluables responden ambos a un paradigma absolutamente opuesto al engreimiento y descarada desfachatez con la que la antigua tropa proletaria se ufana con desayunitos continentales y ase nefando afán por defenderse como si la aberración no fuese más que una obviedad implícita y consustancial a sus investiduras.
Han engañado y caído en sus engaños. Denostaban la corona de monarcas que ahora les brindan exitoso exilio y han esparcido entre antiguos polvorientos el empeño por lo superfluo (que terminarán empeñando) y todo parece no solamente una falta de principios, sino un claro aviso de finales. Tarde o temprano se ha de romper la porcelana barata, el vestuario insolvente, la hipocresía hipodérmica y la cíclica corrupción donde los miles de desaparecidos y muertos, los millones de abnegados trabajadores, las niñas desamparadas y los niños con tantos huecos digieran el amargo libro de texto gratuito donde se intente disfrazar que efectivamente son
iguales… pero peores.