L’homme que rit de Victor Hugo llegó al siglo XX tras los filtros de un cómic donde el hombre que ríe se vuelve rival de un hombre sin súper poderes, millonario de doble personalidad, que ha decidido combatir el Mal con mayúscula vestido de negro murciélago. Tras repetidas encarnaciones, todo eso llega al siglo XX más ecuménico que nunca con la interpretación de The Joker en cuerpo y alma de un tal Joaquin Phoenix.
Ya lo cantábamos como morsas desde hace más de medio siglo. Yo soy Él, tal como Tú eres Él y Tú eres Yo… y estamos todos juntos. Sentados sobre hojuelas de maíz, en espera de la furgoneta, con camisetas de marcas, mirando cómo corren todos, como cerdos que huyen de un arma. Mira cómo vuelan. Hace medio siglo en la psicodelia de una infancia que se alargaba cantábamos con los profetas de Liverpool la secreta identidad del Hombre Huevo, el Huevón que somos todos porque no soy más que una Morsa… o Guasón, o el Bromas (como lo han traducido en España, en una muestra más de lo mal que se les da el inglés).
Es el Joker, y lo somos todos al reptar sigilosamente por la pantalla o los pasillos de la sala del cine en busca de un desesperado sosiego a la necia enfermedad que nos aqueja en pleno siglo XXI de reírnos de todo y sin control. La frágil vela que se hincha con el viento de los tiempos se vuelve la mirada triste que se carcajea en el espejo, escalando la Torre Eiffel en un París donde arden los templos y en cualquier ciudad donde el supuesto suplicio de todo Joker provoca un multitudinario desmadre de todos los Jokers que somos Jokers o Morsa o el Hombre del Huevo en un marasmo alucinante de colores chillantes: en los trajes morados de tres piezas y los zapatones de payaso, la peluca verde y los ojos que parecen reír de una felicidad tan triste.
Es el tedio de la madre moribunda atada a la ilusión de la televisión y el desempleo cíclico de quienes se viven la vida intentando divertir a los enfermos y a los demás transeúntes del tráfago y tráfico, de los vagones del Metro donde los ebrios se divierten acosando a las mujeres solas y el ejemplo de callada dignidad de una madre soltera callada que le canta canciones de cuna a una niña que ha pasar a a la eternidad con la cara de un payaso asesino.
A contrapelo de los kilos que engordó Robert de Niro para convertirse en un Toro salvaje, Joaquín Phoenix ha adelgazado todo el peso del mundo para convertirse en un aterrador esqueleto del Mal. Es el primer Guasón que revela una científica condición psiquiátrica que explica porque es El hombre que ríe y es el primer Guasón que no ejecuta, “...a la luz de la Luna”, a los padres de Bruce Wayne (Bruno Díaz) a la salida de un teatro, cercenándoles las blancas gargantas mientras llueven las blancas perlas del collar carísimo que colgaba del cuello de la madre del niño que se vuelve testigo de tanta sangre, huérfano al instante que jura convertirse en el Caballero de la Negra Noche, el vengador anónimo que llamamos Batman. En esta nueva versión de Guasón, es otro payaso de máscara cualquiera el que cumple la narración del cómic porque una vez desatada la locura de tantas bromas en la pantalla o el feis o en el tuiter ya todos somos el Joker del delirio, el que asesina fuera de pantalla a su vecina y el que apuñala en el ojo al payaso más cómico que él y el que le pega un tiro en el cráneo al propio Robert de Niro, convertido en Johnny Carson, anfitrión de la televisión para desvelados, promotor de banalidades y del mundillo inmenso del espectáculo donde todos son payasos maquillados, malabaristas de mentiras, sacerdotes de la rutina inamovible de todos los que comen o cenan pegados a las pantallas de Netflix, la tele abierta o los teléfonos que nunca, ya jamás, se apagan.
Lo escribieron Lennon & McCartney, en la Oda a la Morsa: “Expert, texpert, choking smokers. Don’t yo think the Joker laughs at you?, que podría traducirse (como quien canta al tiempo que baila para bajar unas escaleras) que Tú que te crees experto o textperto con tus párrafos o tuits, no eres más que un fumador pasivo o compulsivo… en verdad, ¿No crees que el Joker se ríe de ti?